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Capítulo 1

La noticia más impactante del año en la Universidad Metropolitana de Castilla fue la difusión, en la red social del campus, de un video en el que aparecía Rosa López, estudiante de la Facultad de Artes, haciendo el amor con un hombre. El video había sido grabado en la suite presidencial de un hotel cinco estrellas. Rosa, desnuda, estaba presionada contra el ventanal por un hombre veinte centímetros más alto que ella; mientras el sonido de su respiración llenaba la habitación. Al terminar, el hombre le susurró al oído una sola palabra: bebé. Esa voz, sin embargo, estalló como una bomba en las redes sociales del campus. [¿Esa voz... no será la de Bruno Herrera?] [¡Quién iba a imaginar eso de Rosa! Qué métodos uso para seducir a Bruno. Con razón los que antes la acosaban ahora guardan silencio]. [Siempre pensé que Rosa era una chica inocente, pero resulta ser tan retorcida como dicen. No es de extrañar, siendo hija de una amante]. Cuando la noticia llegó a los oídos de Rosa, ella estaba en su dormitorio tejiendo una bufanda para Bruno. Sus compañeras de habitación reprodujeron el video con el volumen al máximo, se pasaban el teléfono entre risas burlonas y alargaban las palabras para ridiculizarla. —Rosa, con esa habilidad en la cama, seguro practicas seguido, ¿no? Una carcajada general resonó a su alrededor. Rosa se quedó quieta, pálida como una hoja, y la bufanda a medio tejer se deslizó de sus manos. De un salto, salió corriendo del dormitorio. Tropezando una y otra vez, corrió hacia la oficina de Bruno, y quería preguntarle qué estaba pasando. Pero justo al llegar a la puerta, escuchó voces burlonas desde el interior. —Bruno, de verdad no le dejaste ni un gramo de dignidad a Rosa. Grabaste su cara tan claramente que ni siquiera tiene oportunidad para aclarar nada. Al oír eso, la mente de Rosa se nubló de golpe, y un escalo frío le recorrió el cuerpo. —Nadie tiene la culpa más que ella. Se atrevió a ofender a la mujer que Bruno más ama, así que se merece esta venganza. —Sí, pobre Bruno, no solo tuvo que inventar rumores sobre la madre de Rosa sobre que era una amante, sino que además tuvo que fingir que defendía a Rosa de los que la acosaban, todo para actuar el papel del hombre enamorado. —Por cierto, ¿cuándo piensas decirle la verdad? Si se entera de que el hombre al que ha amado tanto tiempo en realidad es su futuro cuñado, seguro se desmaya en el acto, ¡jajaja...! Bruno estaba recostado en el sofá, despreocupado. Sostenía un cigarrillo entre los dedos y daba ligeros golpecitos sobre el borde del cenicero; su expresión era indescifrable. Uno de sus amigos, al ver que no respondía, preguntó rápidamente: —¿Te dio lástima? No olvides que fue ella quien obligó a Nancy a pasar dos años enteros en el extranjero, haciéndola sufrir allá. ¡No puedes dejarla impune! Al oír el nombre de Nancy, Bruno finalmente reaccionó. Apagó el cigarrillo y dijo con calma: —Cuando Nancy vuelva al país, se lo diré. —Ese día, además, será el aniversario que Rosa ha estado esperando por tanto tiempo. Le daré una "sorpresa", para que pague todo lo que le debe a Nancy. El aliento de Rosa se detuvo. A través del humo, su mirada se posó en el rostro frío de Bruno, y sintió que su corazón se rompía en mil pedazos; el dolor la aturdió. ¡Así que los rumores que mancharon la memoria de su madre habían sido difundidos por Bruno! Él la había cortejado y la había protegido... solo para vengarse de ella. La persona a la que él realmente amaba era su media hermana, Nancy. Rosa no pudo seguir escuchando, dio media vuelta y huyó. Sin embargo, apenas avanzó unos pasos, un grupo de chicas le bloqueó el camino. —¡Pero si es la protagonista del video del campus! —Acaba de salir de la oficina... ¿habrá ido a tener otra sesión con él? Rosa, pálida, intentó escapar, pero las chicas la empujaron de un lado a otro. Justo en ese momento, una voz fría sonó detrás de ellas... —¿Otra vez ustedes molestando a Rosa? ¿No tienen ganas de vivir? Bruno había salido de la oficina sin que nadie lo notara; avanzaba hacia ellas con paso firme. Las chicas, al verlo, se apartaron de inmediato. Bruno se acercó a Rosa, levantó la mano para arreglarle el cabello despeinado y, al inclinarse para mirarla a los ojos, le rozó la mejilla con la yema de los dedos. —Te lo dije, si alguien vuelve a molestarte, solo menciona mi nombre. El olor familiar a tabaco llenó su nariz, haciéndole arder los ojos. El Bruno que tenía frente a sí se superpuso con aquel que tantas veces la había protegido en el pasado, como una escena lejana revivida en sueños. Años atrás, cuando su madre se suicidó, su padre había retomado su relación con su primer amor, y Rosa quedó viviendo una vida aún más dura que la de una huérfana. Luego comenzaron los rumores en la escuela: Decían que su madre había sido la amante, y que Nancy era la verdadera heredera de la familia López. La llamaron ilegítima y la convirtieron en blanco de acoso. Fue Bruno quien la rescató. Con su estatus de nieto del presidente del consejo escolar, había creado fácilmente para ella un pequeño refugio cálido. Apenas el día anterior había sido el cumpleaños de Bruno. Después de beber, terminaron acostándose. Él ya no era el hombre elegante de siempre, sino alguien dominante que la presionó contra el ventanal sin dejarle esconderse, contemplando su cuerpo tembloroso por los nervios. Cuando Bruno la poseyó, ella sintió como si, tras una larga deriva, por fin hubiera encontrado un lugar al que pertenecer. No sabía que bajo aquel refugio solo había cálculos y trampas. Rosa quedó aturdida. Cuando volvió en sí, Bruno ya la estaba llevando fuera del edificio administrativo y la hacía sentarse en el asiento del copiloto de su auto.
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