Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 2

Como de costumbre, Bruno se inclinó hacia ella para abrocharle el cinturón de seguridad. Al ver sus ojos enrojecidos, le dijo en voz baja, con tono tranquilizador: —Lo del video fue un accidente. Buscaré a alguien que se encargue de eso. No te sientes bien, y te llevaré a casa para que descanses. Rosa apretó ligeramente los labios. Al recordar lo que él había dicho en la oficina, las lágrimas se desbordaron sin control. Bruno se quedó un instante inmóvil, levantó la mano para enjugarle las lágrimas y, de pronto, como si recordara algo, abrió la puerta del auto. —Espérame un momento —dijo—, voy a comprar algo. Cuando la puerta se cerró, Rosa se dio cuenta de que Bruno había tomado el teléfono equivocado. El suyo estaba en el compartimento junto al reposabrazos. Rosa, impulsada por un presentimiento inexplicable, lo tomó e introdujo la fecha de nacimiento de Nancy. El teléfono se desbloqueó con éxito, y en Instagram vio el nombre de Nancy. En las conversaciones más recientes, ella le preguntaba si podía romper con Rosa antes de que ella regresara al país. Bruno le había respondido: "Solo es una chica tonta, ni siquiera estoy saliendo con ella". El corazón de Rosa se contrajo con fuerza, conteniendo el ardor en la nariz, y siguió desplazándose hacia arriba. Durante los dos años que Nancy había estado en el extranjero, Bruno la llamaba todos los días, siempre alrededor de las ocho de la noche. Esa era, precisamente, la hora en que él decía tener siempre reuniones con la junta directiva, insistiendo en que Rosa no debía molestarlo bajo ningún concepto. Además, cada mes le transfería dinero a Nancy, sumas que alcanzaban los diez mil dólares, sin añadir siquiera una nota o comentario. Nancy sabía cómo coquetear: a veces le enviaba selfies pidiéndole halagos, y Bruno le respondía con emoticonos tiernos que Rosa nunca había visto, recordándole que no se vistiera tan ligera, que tuviera cuidado de no resfriarse. Al ver esos mensajes, Rosa por fin comprendió que nunca había conocido de verdad a Bruno. La ternura y la atención que él le mostraba no eran más que la punta del iceberg de la pasión que sentía por Nancy. Cuando Bruno regresó al auto, sostenía en las manos una caja de píldoras anticonceptivas de emergencia. Él le acarició la cabeza con extrema dulzura y dijo con voz suave: —Anoche todo fue muy rápido y no tuve tiempo de pensar. Toma esta pastilla, por si quedas embarazada. Rosa apretó la caja con fuerza; sus labios, mordidos, casi sangraban. Si no lo hubiera escuchado con sus propios oídos, aún creería ingenuamente que Bruno se preocupaba sinceramente por ella. Ahora, estaba completamente despierta. Cuando el auto se detuvo frente a la villa, Bruno, como era costumbre, se inclinó para despedirse con un beso, pero Rosa esquivó su gesto y, torpemente, desabrochó su cinturón. El hombre frunció la frente y la rodeó con fuerza entre sus brazos. —¿Todavía estás molesta por lo del video? Ella guardó silencio. —Yo no grabé el video, y el responsable del hotel ya fue despedido —dijo Bruno, levantándole la barbilla—. Rosa, nunca he querido hacerte daño, y jamás lo haré. Nuestro aniversario se acerca; entonces te compensaré como mereces. Más que la verdad, era su fingida bondad y sus mentiras lo que más la herían. Rosa sintió un ardor en la nariz, lo empujó y dijo: —Me voy a casa. Casi corrió hacia la villa. Apenas entró, se topó con Daniel López. La expresión de Daniel estaba sombría; antes de que Rosa pudiera hablar, levantó la mano y le dio una fuerte cachetada. —Rosa, realmente te he subestimado. No solo tienes una relación, sino que además grabas ese tipo de videos repugnantes. ¡Has hecho que pierda toda mi dignidad! —¡Con razón la gente de la escuela te señala! ¡Ahora entiendo que el problema es tu conducta! Después de gritarle, Daniel arrojó un billete de avión frente a ella. —Te compré un vuelo para dentro de siete días. Cuando llegue el día, te irás y no volverás jamás. Rosa recogió el billete del suelo; sus dedos temblaban levemente, como si sostuviera una sentencia que la condenaba a ser expulsada del mundo. Su padre la despreciaba y quería que se fuera. Justo coincidía con su propio deseo de irse. —Me iré —dijo Rosa con voz serena—. También cumpliré su deseo: no volveré nunca. Daniel quedó perplejo, y creyó haber oído mal. Cuando había organizado que Nancy viajara al extranjero para estudiar, también había intentado convencer a Rosa de que la acompañara, pero ella se negó. Solo después de insistirle varias veces descubrió que estaba enamorada, y que amaba a ese hombre con locura. Pensó que esta vez Rosa se negaría de nuevo. Pero no, esta vez aceptó sin dudarlo. Daniel redujo entonces un poco su enojo: —Nancy regresa este fin de semana. Le haré una fiesta de bienvenida, y debes asistir. —El video ya se ha difundido. Si no apareces, solo confirmarás los rumores. Rosa asintió: —Lo sé. ... Rosa pidió tres días de permiso en la escuela. Durante esos días, empaquetó todo lo que Bruno le había regalado y lo puso a la venta en línea por el precio original. Tres días después, Nancy regresó al país. Daniel organizó la fiesta de bienvenida en el hotel más grande de la capital, invitando a todas las personas influyentes del mundo empresarial. Entre ellas, Bruno. Rosa no esperaba encontrárselo allí. Cuando intentó darse la vuelta para irse, él la tomó de la muñeca y la arrastró hasta un rincón desierto. Bruno la acorraló contra la pared, apoyando ambas manos a los lados de su cuerpo. Su respiración ardiente rozaba su oído. —Estos días no has ido a la escuela, no respondes mis mensajes ni siquiera mencionas nuestro aniversario. —Rosa, ¿tienes idea de cuánto me preocupé?

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.