Capítulo 18
Pablo estaba de pie junto a la ventana, tamborileando los dedos sobre el escritorio.
Las fotos que el asistente acababa de entregarle estaban esparcidas sobre la mesa; cada una de ellas era como un puñal en sus ojos.
—¿Es ella? —Preguntó con una voz tan baja que asustaba.
El asistente se secó el sudor de la frente: —Sin duda. Ha abierto una librería en Monteluz, aquí están las fotos que tomamos la semana pasada.
En las imágenes, María aparecía de pie frente a una librería llamada [María].
La luz del sol filtrada por las hojas de los plátanos proyectaba sombras sobre su figura.
Llevaba un sencillo vestido largo de lino, el pelo algo más corto que cuando se marchó, y se agachaba para hablar con una niña de cinco o seis años.
En su rostro había una suavidad que Pablo no recordaba haber visto en mucho tiempo.
Lo más doloroso era el hombre que estaba a su lado.
Alto, de porte distinguido, la mirada tras las gafas caía sobre María con una ternura evidente.
El hombre llevaba a la niña en braz

Haga clic para copiar el enlace
Descarga la aplicación Webfic para desbloquear contenido aún más emocionante
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil