Capítulo 68 El elixir excitante

Perspectiva de Liora. En el aire se esparcía un olor tan denso que resultaba nauseabundo, como si fuera el hedor metálico del óxido y de la sangre mezclado con el rastro agrio dejado por el placer entre un hombre y una mujer. Alguien parecía haber intentado cubrir aquel olor con perfume, pero la mezcla solo lo hacía aún más repulsivo. Abrí los ojos de golpe, y una sensación pegajosa me llegó desde lo alto de la cabeza; un líquido tibio descendía desde mi sien, pegándose a mis pestañas y tiñendo mi visión de un rojo intenso. Descubrí que mis manos y mis pies estaban firmemente sujetos por cadenas de hierro, y que el metal ya se había incrustado en mi piel. Un leve movimiento bastó para que me estremeciera por un dolor insoportable. Me tomó un buen rato poder distinguir con esfuerzo el entorno; en ese momento, estaba tirada como un pedazo de basura en un rincón de la habitación. Las cadenas que apresaban mis manos y mis pies estaban cubiertas de manchas marrones oscuras: era sangre seca