Capítulo 30
Cuando María regresó al área inferior del escenario, sonó una llamada en su teléfono: era Carlos: —Mari, ¿acaso provocaste a alguien que no deberías?
—Hay gente usando tecnología de alta gama para hackear el sistema de información personal y consultar tus datos de inscripción.
María frunció ligeramente el ceño y, en voz muy baja, pronunció un nombre: —Alejandro.
Aparte de él, no había otra posibilidad.
Carlos advirtió: —Entonces debes extremar precauciones. No permitas que nadie descubra el chip. Cuando termine la competencia, vuelve al laboratorio para revisar el estado del chip, es imprescindible.
—Lo sé.
María colgó y se dirigió a la sala de descanso para relajarse un momento.
De repente, varias sombras se interpusieron en su camino.
Liderándolas, estaba Carmen.
Y tras ella, cuatro competidoras más.
En los ojos de Carmen ardía una ira casi incontrolable, aunque no dijo una sola palabra.
Fue una de sus acompañantes quien habló en su lugar, con tono feroz: —Número ocho, ¿de verdad cre

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