Capítulo 55
Carmen probablemente creyó que, con hacerse pasar por la pequeña y pobre muchacha, podría dormir tranquila y convertirse en la señora de la casa.
Qué lástima que no sabía que, en realidad, la persona que habitaba en el corazón de Alejandro jamás había sido aquella chica de los barrios marginales, sino otra muchacha: una que, en su día, había hecho que Alejandro jurara no casarse jamás.
Quizá la identidad de la muchacha pobre podía despertar en él cierta compasión, pero, juzgando por cómo había dejado de lado a Carmen, esa compasión resultaba demasiado escasa y patética.
María recogió en sus ojos el sobrante de aquella lástima innecesaria, se volvió y apuró de un trago el agua de su vaso.
Después de reprimir la tormenta de pensamientos que le bullía en el pecho, avanzó lentamente hacia el jardín detrás de la villa.
Los chismes de las empleadas no eran del todo infundados.
En los tres años que había estado casada con Alejandro dejando de lado el primer año que pasó en el sanatorio, los d

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