Capítulo 71
No había pensado que Laura fuera tan codiciosa.
Su mirada se dirigió hacia Diego, contuvo la ira. —¡Abuelo, de verdad que estás confundido!
Diego suspiró. —Alejandro, el confundido no soy yo, sino tú, ¡que no sabes reconocer a las personas!
—¡Basta!
Alejandro no quiso seguir enredándose con el asunto de que Diego reconociera a su nieta; lanzó a María un ultimátum: —Te lo pregunto por última vez: la respuesta que me debes, ¿me la das o no?
Mientras ella no diera la respuesta, él podría hacer que Carlos fuera expulsado del mundo de la investigación.
María, totalmente consciente de ello, le dijo a Diego: —Abuelo, vuelva tranquilo a su casa. Cuando termine de aclarar mis asuntos aquí, iré a buscarlo.
En los ojos de Diego se reflejaba una profunda renuencia.
Después de mucho rato, dijo: —Bien, Mari, no hagas que el abuelo espere en vano. Si ocurre algo, llama a mi casa.
Él le hizo un leve gesto a José con la mano, y él avanzó de inmediato para sostener a Diego y acompañarlo hacia afuera.
Ma

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