Capítulo 73
Él apretó los puños y dio un paso para seguirla.
Ambos entraron, ella adelante y él detrás, en el patio del monasterio.
De pronto, escucharon.
—¡Señorita María!
Un hermano religioso de mediana edad, vestido con una túnica marrón, se acercó a ellos. Con las manos recogidas frente al pecho, contuvo instintivamente sus emociones; su voz tembló levemente: —¡Señorita María, por fin ha regresado!
—El director y varios hermanos siempre pensaban en usted. Usted venía cada mes al monasterio, pero estos últimos dos años no hubo ninguna noticia. Ahora, al verla sana y salva, ¡todos están realmente tranquilos!
Alejandro arrugó la frente.
¿Dos años sin noticias? ¿Y cómo podía la verdadera María aparecer en un monasterio?
Su rostro adquirió una fina capa de enojo. —Laura, ¿te estás burlando de mí?
María respondió con serenidad: —Señor Alejandro, no se altere.
Ella se volvió y avanzó unos pasos, y dijo con respeto al hermano: —Alfredo, ¿sigue allí el olivo detrás del monasterio?
—Que graciosa. Usted

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