Capítulo 98
—Javier, me arrodillé ante ti para reconocer mi error, ¿estás satisfecho ahora?
Su mirada se dirigió a Javier, llena de desesperación, sarcasmo y determinación.
Su voz no fue alta, pero pareció provocar un trueno repentino.
La expresión en la cara de Javier se congeló; la sensación veloz y placentera de la venganza aún no había llegado cuando una inexplicable sensación de vacío lo atrapó.
Carmen le había dicho que, mientras castigara duramente a María, él se sentiría feliz.
Pero ¿por qué no se sentía feliz...?
No lo entendía...
A un lado, la expresión de Alejandro ya estaba tan oscura como el fondo de una olla.
Sus profundas y frías pupilas se clavaron como clavos en la figura decidida que yacía arrodillada en el suelo.
Ella claramente podría haber adoptado otra manera de disculparse recurriendo a la razón: dar un regalo o hacer algo distinto por Javi...
Pero se apresuró a proteger a un hijo ajeno, y terminó arrodillándose ante su propio hijo.
Que una madre se arrodillara ante su propi

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