Capítulo 12

Sin pensarlo, Samuel hizo esa pregunta. —¡Imposible! La esposa a la que ama con toda su alma sólo podrá amar a una persona... A menos que sea absolutamente necesario, no podría volver a casarse con nadie más. Nadie podrá reemplazarlo, en el corazón de su esposa, él siempre será único. Expresé todo esto con más sinceridad que nunca. Evidentemente, tal respuesta conmovió demasiado a Samuel. Se puso en el lugar de los implicados, conmovido, me abrazó. Apoyó su barbilla sobre la coronilla de mi cabeza: —Bianca, siempre eres así... tan adorable y digna de ser cuidada. Me quedé apoyada por un largo rato en su pecho y no dije ni una palabra más. El proceso de recuperación de las quemaduras fue sumamente doloroso, pasaba las noches sin poder conciliar el sueño. Hubo ocasiones en que, por el intenso dolor, me acurrucaba, apretando los dientes en silencio, dejando que las lágrimas rodaran sin control. Siempre que eso ocurría, Samuel se quedaba a mi lado, repitiendo con dulzura una y otra vez mi