Capítulo 36
Encendieron la luz dentro del auto y, aprovechando la iluminación, miré de reojo a Samuel, quien había quedado inconsciente, y me quedé allí, absorta durante mucho tiempo.
Había sido aprisionada, privada de mi libertad.
La enfermedad cardíaca de Samuel, en los últimos tres o cuatro años, se había ido estabilizando poco a poco mientras yo lo acompañaba.
Sin embargo, también por mi causa, volvió a caer en una crisis grave.
Incluso durante el rescate, cuando apenas conservaba un mínimo de conciencia, no se olvidó de dar la orden de encerrarme en su villa privada.
Durante quince días completos, no pude dar ni un solo paso fuera de la habitación.
En los días posteriores, casi no pude evitar preguntarme una y otra vez... ¿acaso Samuel no sobrevivió al rescate, y ya había muerto?
Hasta que la señora Vanessa vino a verme y se sentó frente a mí.
Esa mujer, que había actuado con determinación y arrogancia la mayor parte de su vida, yo sabía que me despreciaba en lo más profundo de su corazón.
Me

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