Capítulo 16
A las tres de la madrugada, el celular de Enrique vibraba sin parar.
Carolina le envió una foto de sus muñecas cortadas, la sangre teñia el borde de la bañera, y la imagen estaba acompañada de un mensaje: [Adiós para siempre, Enrique].
Él se incorporó de golpe, con los dedos temblando incontrolablemente.
Aunque ya había visto la verdadera cara de Carolina, los años de responsabilidad seguían impidiéndole quedarse de brazos cruzados.
Veinte minutos después, pateó la puerta del departamento de Carolina, pero la encontró sentada en el sofá, perfectamente maquillada, con solo un pequeño rasguño en la muñeca.
—Otra vez me engañaste. —Su voz era tan fría como el hielo.
Carolina sonrió y agitó su copa de vino tinto: —Si no fuera así, ¿estarías dispuesto a venir a verme? —dijo mientras le ofrecía un vaso de agua
Enrique le dio un sorbo al cristal y luego se dio la vuelta para marcharse, pero de repente sintió un mareo intenso.
El vaso de agua que le ofreció Carolina estaba drogado.
Antes de pe

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