Capítulo 64
Elena necesitaba escapar.
—¡Suéltame!
Luchaba con todas sus fuerzas mientras el hombre, que olía a cigarrillo, le besaba la cara dejando su repugnante saliva húmeda. Intentaba golpearlo en la espalda y la cabeza, pero era inútil.
Sus ropas eran bruscamente tironeadas; la vestimenta del centro de entretenimiento ya de por sí era escasa y no resistía tal trato.
El hombre mostraba una expresión cruel en su rostro.
—Sería mejor que cooperaras, si no, no me culpes si después no puedes ni levantarte de la cama.
—¡Suéltame!
En su confusión, Elena alcanzó un cenicero en la mesilla de noche, sin pensar en cuánto daño podría hacer, y lo golpeó fuertemente en la cabeza del hombre.
¡Clang!
Un sonido estruendoso.
El cenicero se rompió.
El hombre pareció aturdido por un momento, luego levantó su mano amenazantemente.
Elena, determinada, golpeó su cabeza dos veces más.
La sangre comenzó a fluir por la frente del hombre, quien al notar el líquido, tocó su frente y vio su mano cubierta de sangre, luego

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