Capítulo 66
En la habitación, el hedor a sangre se expandió.
Las personas que estaban en la puerta palidecieron de inmediato.
Todos habían considerado miles de posibilidades, pero jamás imaginaron que terminaría de esta manera.
Carmen fue la primera en irrumpir en el cuarto, quedándose petrificada al ver la escena, y finalmente señaló a Elena.
—¡Fue ella! ¡Ella lo hizo! ¡Deténganla, es una asesina!
La situación parecía sumamente grave, y la policía procedió de inmediato a acordonar la escena.
Solo Elena y el hombre permanecieron en la habitación.
Elena, con la ropa desordenada, el cabello despeinado y una marca de bofetada en el rostro, lucía desaliñada y frágil, pero sus ojos mantenían una firmeza obstinada, como un pequeño gato que, acorralado y dispuesto a morir, aún se resistía con ferocidad.
La ambulancia llegó rápidamente, y los médicos trabajaron juntos para trasladar al hombre en una camilla.
Una agente de policía encontró un abrigo y se lo colocó sobre los hombros a la desamparada Elena.

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