Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 1

Lorena Medina rompió todo lazo con su familia para casarse con el mejor amigo de su padre. Tras tres años de matrimonio, el hombre seguía completamente fascinado, amándola con la misma intensidad de siempre. Recién hacía un momento, acababan de follar casi durante una hora. —Cariño, con lo sexy que te vistes, ¿cómo esperas que yo me controle? Si sigues así, tarde o temprano acabaré muriendo a causa del cansancio. Lorena, literalmente exhausta por tal faena, yacía en la cama sin fuerzas ni para mover un dedo. Aunque ya habían pasado tres años, seguía sin poder resistirse del todo a su pasión. Dicen que la juventud significa vitalidad y energía, pero Juan Delgado, doce años mayor que ella, cuando se excitaba, demostraba aún más vigor que algunos jóvenes. Ella se incorporó a duras penas y le regaló una sonrisa satisfecha. —Eso no puede ser, me prometiste que cuidarías de mí toda la vida. —Traviesa. Juan le tocó la nariz respingona con ternura y después sacó una toalla caliente para limpiar con delicadeza su cuerpo. Durante todo el proceso, Lorena se dejó cuidar. Muy pronto, Juan le ayudó a ponerse el pijama, y solo entonces se encogió de hombros con aire relajado. —Cariño, descansa un poco, aún tengo trabajo por terminar. Más tarde vendré a acompañarte. Los gestos atentos de Juan calentaban el corazón de Lorena. Nunca se arrepintió de haberse casado; él cumplía todas sus expectativas. Preocupada de que trasnochara y eso afectara a su salud, preparó un nutritivo caldo para llevárselo. Sin embargo, justo cuando puso la mano en el picaporte, la voz de una conversación al interior del despacho captó su atención. —Juan, en una semana será el gran momento de Sofía Medina como jefa del Grupo Altamira. ¿Qué regalo tienes pensado? —Déjame adivinar, ¿será acaso tu certificado de divorcio con Lorena? La voz ronca de Juan, áspera por el tabaco, sonó con cierto tono de advertencia. —Que quede claro, ninguno de ustedes diga ni una palabra sobre lo mío con Sofía. Si se les escapa algo, dejen de considerarse mis amigos. Pero su advertencia no logró frenar las habladurías. —Juan, ¿no crees que eres demasiado precavido? En estos tres años, Sofía ya va a llegar al puesto de jefa; el puesto de heredera de la familia Medina está completamente asegurado, no habrá ningún contratiempo. ¿Por qué sigues sacrificándote por cuidar a Lorena? ¡La que amas es otra! —El señor Juan ama tanto a Sofía que hace lo que sea por ella. No olviden que, para ayudar a Sofía a conseguir el puesto de heredera de la familia Medina, utilizó su estrategia de hombre atractivo para conquistar a Lorena, la señorita Medina. Se dice que por él, incluso rompió la relación con el presidente del consejo, Daniel, su propio padre. Vaya, realmente está ciega de amor. —En realidad, la situación de Sofía es muy incómoda; al fin y al cabo, solo es la hija adoptiva de la familia Medina. Si tuviera la sangre de los Medina, el señor Juan no tendría que sacrificarse de esta manera. —¿No lo dijo ya el señor Juan? Ahora solo está usando a Lorena para practicar; cuando se case con Sofía, ella sí será verdaderamente feliz. Al ver que él no refutaba nada, Lorena sintió cómo todo su ser se estremecía. Juan no la amaba, ¿cómo era posible? Si no lo hacía, ¿por qué se arrodilló durante tres días y tres noches en la casa Medina para poder casarse con ella, hasta que, por fiebre alta, acabó ingresado en el hospital? Si no la amaba, ¿por qué conocía cada detalle de su vida, por qué él mismo se encargaba de todo lo relacionado con su alimentación, su ropa, su casa y sus rutinas? Si no la amaba, ¿por qué volcaba en ella toda su pasión, como si quisiera fundirse con ella? Más de mil noches y días susurrándole palabras de amor; el eco de su voz amándola seguía presente en sus oídos. ¿Cómo podía ser todo una mentira? Quiso abrir la puerta para entrar y preguntarle cara a cara, pero su mano se retrajo como si la hubiera atravesado una descarga eléctrica. Tenía miedo, estaba en pánico. ¿Qué pasaría si todo lo que decían era verdad? De repente, perdió el valor. Lorena dejó el caldo en la puerta y huyó tambaleándose. Se tiró en la cama, que aún conservaba el calor de sus encuentros amorosos, y respiró hondo. Parecía que así podía sentir los rastros de su amor por ella. —Cariño, ¿el caldo que está en la puerta lo trajiste tú? Juan empujó suavemente a Lorena, que fingía dormir en la cama, con cierto tono de prueba en su voz. —Sí. Temía molestarte, así que lo dejé en la puerta. ¿Ya lo acabaste? Lorena respondió de forma algo difusa, con un gesto de somnolencia muy marcada en el rostro. —Entonces, no escuchaste nada, ¿verdad? —No, solo dejé el caldo y me fui. Al ver que ella mantenía su expresión habitual, Juan por fin sintió alivio. Le besó cariñosamente la comisura de los labios. La tranquilizó: —Es muy tarde, duerme, estoy aquí contigo. La respiración junto a ella se fue haciendo cada vez más regular, y cuando estuvo segura de que Juan estaba profundamente dormido, Lorena tomó su celular con sigilo. La contraseña era su fecha de nacimiento, así que pudo desbloquearlo fácilmente. Por la confianza que tenía en Juan, nunca había tocado sus dispositivos personales. Pero hoy, de repente, le entraron ganas de mirar. Todo parecía normal: solo había mensajes de trabajo con empleadas, y la galería estaba llena de fotos cotidianas de ella. Justo cuando empezaba a pensar que tal vez había escuchado mal... De repente, apareció un mensaje en la pantalla: [El juguete que me enviaste ya llegó, ¿quieres probarlo?]
Capítulo anterior
1/24Siguiente capítulo

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.