Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 2

Los dedos de Lorena temblaban levemente; conteniendo la inquietud en su corazón, deslizó el dedo para abrir el mensaje. En la sección de notas no aparecía nada, y la conversación, salvo el mensaje recién recibido, también estaba vacía. Al mirar el avatar, que le resultaba extrañamente familiar, Lorena tomó rápidamente su propio celular para comparar. Era ella. Sofía, su hermana. Lorena sintió como si la hubiera alcanzado un rayo. Su rostro palideció. Sofía era una niña adoptada por la familia Medina; su madre había sido la empleada doméstica de los Medina y murió ahogada en el lago al salvar a la propia Lorena. Cuando Daniel supo que tenía una hija, la llevó a la familia Medina y la adoptó. Desde entonces, pasó a llamarse Sofía. [Sofía, ¿por qué me traicionaste? Él es tu cuñado.] En cuanto envió el mensaje, la otra persona respondió enseguida. [Lorena, por fin te diste cuenta. Llevo mucho tiempo esperando este momento.] [Si quieres saber el motivo, mañana al mediodía ven al Café Encanto, junto a la empresa. Te estaré esperando.] Después de borrar la conversación con Sofía, Lorena dejó el teléfono junto a la almohada de Juan. El movimiento lo despertó, que instintivamente cogió el teléfono y preguntó: —Cariño, ¿por qué no te has dormido todavía? La mirada vigilante de Juan le dolió a Lorena, pero ella disimuló y señaló el celular: —Tu teléfono acaba de vibrar, me molestó. Juan se despertó del todo. —Tal vez era spam. Voy al baño, tú sigue durmiendo. Lorena, con los ojos cerrados, escuchó la voz lejana del hombre hablando en el baño, seguida del ruido de la ropa. Clic, clac. Se abrió y se cerró la puerta de la habitación. Juan se fue. Ella sabía a dónde iba. La traición del hombre al que amaba la sumía en una agonía insoportable. Las lágrimas brotaron de sus ojos y una tras otra cayeron sobre la almohada, empapándola enseguida. Cuando el teléfono vibró de nuevo, Lorena lo tomó: era un mensaje de Sofía. [Lorena, Juan tiene una resistencia increíble. ¿Será que no lo satisfaces en casa? Hicimos el amor tres veces y todavía quería más.] [¿Sabes cómo te describe? Dice que en la cama ni te mueves, que hasta para darte la vuelta tiene que hacerlo él mismo, que yo, en cambio, soy más desinhibida y sé darle el máximo placer.] [Hasta yo ya no puedo más. Si no fuera porque estoy embarazada de su hijo, seguro él querría otra ronda.] [Ay, ¿no lo sabías? Estoy embarazada, ya tengo tres meses.] Las palabras de Sofía caían como martillazos sobre el pecho de Lorena, haciéndole palidecer de dolor. Zumbido. Esta vez lo que llegó fue una foto. Lorena miró atónita la imagen enviada por Sofía: Juan, de rodillas, besaba con devoción su vientre, ya ligeramente abultado. La escena resultaba tan cálida y natural que cualquiera sentiría envidia al verla. ¿No se suponía que a Juan no le gustaban los niños? ¿No había dicho que no tendría hijos en toda su vida? Resultó que no era que no le gustaran los niños, sino que no quería tenerlos con ella. Lorena sintió cómo la sangre le fluía al revés por todo el cuerpo, quedando completamente paralizada en el sitio. Juan no volvió en toda la noche. Ella permaneció sentada junto a la cama, mirando la foto de bodas de ambos, sin pegar ojo en toda la noche. No fue hasta la madrugada que logró recostarse y dormir apenas un poco. —Cariño, es hora de comer. Juan, llevando un delantal de ositos, despertó suavemente a Lorena, que aún dormía. Al encontrarse con esa mirada de ojos almendrados llenos de ternura, Lorena, por un instante, se sintió confundida. Parecía que todo lo de la noche anterior no había sido más que una pesadilla. Él seguía siendo ese buen esposo que tanto la amaba. Pero pronto, un mensaje de Sofía la devolvió a la realidad. [No lo olvides, Café Encanto.] —¿Con quién vas a tomar café? Juan, curioso, asomó la cabeza. —Con una amiga. Para evitar que siguiera preguntando, Lorena desvió la conversación. —¿Qué de rico preparaste? Tengo hambre. —Tus huevos fritos favoritos. Después de comer, Juan, de pie junto al auto, la miraba sin ganas de dejarla ir. —¿De verdad no quieres que te lleve? —¿No tienes hoy una reunión importante? Que el chófer me lleve, está bien. —Bueno, si pasa algo, llámame. —Descuida. Al alejarse el auto de la mansión, la mirada de Lorena se volvió confusa. "¿En verdad Juan no la amaba?"

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.