Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 3

Café Encanto, Sofía la saludó con una sonrisa. —Lorena, por fin has llegado, te he estado esperando mucho tiempo. Después de tres años sin verse, Sofía se había vuelto aún más guapa y encantadora. —Ahora sí puedes decírmelo, ¿verdad? Sofía tomó el café, le dio un sorbo suave y luego alzó el mentón con arrogancia. —Tal como imaginas, Juan se casó contigo por mí. —No puede ser, me estás mintiendo. Aunque decía no creerlo, los ojos de Lorena se humedecieron ligeramente. —Si no sospecharas de él, ¿por qué habrías venido a buscarme? La punta de los dedos de Sofía recorrió la taza, produciendo un chirrido desagradable. —¿Juan ha estado haciendo muchas horas extras últimamente? Su mirada era burlona, desvelando una expresión cruel. —En realidad, ha estado conmigo; después de todo, llevo en mi vientre al hijo de la familia Delgado. La respiración de Lorena se detuvo por un instante; bajo el mantel, sus uñas se clavaron en la palma de la mano. Intentó mantener un tono calmado. —Todos estos años, cualquier cosa que te gustaba, yo te la cedía, ¿por qué nunca te diste por satisfecha? —Juan es el hombre que más amo, ¿también quieres quitármelo? Sofía dejó la taza con fuerza, la mirada sombría y llena de odio. —¿Quitar? ¿Por qué no? ¡Esto es lo que me debes! —En el momento en que mi madre murió por salvarte, tú ya me debías todo. En la mente de Lorena apareció el rostro bondadoso y sonriente de Andrea, y su corazón tembló. —Nosotros te compensamos. —¿El cariño se puede compensar con dinero? Perdí a mi madre, perdí mi hogar cálido y solo pude aferrarme a ustedes, la familia Medina, viviendo bajo un techo ajeno, temiendo hacer algo mal y que me echaran. —¿Sabes lo que es ese dolor? —Tú no lo sabes, eres la noble señorita Medina, desde pequeña todos te han tenido entre algodones, ¿cómo vas a comprender el sufrimiento de los que somos del común? Sofía apretó los dientes, desahogando con furia y resentimiento todos esos años de agravios. —Esto es lo que me debes, voy a arrebatarte todo lo que tienes: tu padre, la herencia, tu amor. Solo cuando lo hayas perdido todo, podrás comprender la impotencia que yo sentí. Lorena quedó atónita ante aquellas palabras desquiciadas, no esperaba que Sofía la odiara tanto. Ella ya había hecho todo lo posible por compensarla. —Sofía, ¿no tienes que ir a trabajar? ¿Qué haces aquí? De repente, la voz de Juan se escuchó, su rostro apuesto se ensombreció y cuestionó a Sofía en tono protector. Sofía bajó la mirada, ocultando el disgusto en sus ojos. —Nada, solo me encontré con Lorena por casualidad y charlábamos un poco. Juan la miró con sospecha y rodeó la delicada cintura de Lorena. —Cariño, ya casi es hora de la siesta, ¿no piensas volver a casa? Era un gesto de lo más normal y cariñoso, pero Lorena sintió una incomodidad inexplicable. —Ya voy para allá. —Bien, haré que el chófer te lleve. Juan no la acompañó hasta el auto como solía hacer. Eso le dio a Lorena la oportunidad de escuchar a escondidas. Se ocultó detrás de unas plantas, observando a los dos en silencio. —Sofía, pronto te convertirás en la heredera de la familia Medina, ¿por qué sigues provocando a Lorena? Si llega a pasar algo... Sofía hizo un gesto travieso con la lengua y colocó la mano de Juan sobre su vientre. —Perdón, ya sé que estuvo mal. Esta vez de verdad fue una coincidencia, no te enojes, ¿sí? Ya asustaste al bebé. La mirada de Juan se posó en su abdomen, tan tierna que parecía desbordar dulzura. —¿Se ha portado bien hoy? ¿No te ha dado patadas? —Muy bien, sí. Pero hoy está demasiado tranquilo, eso me da un poco de miedo. —No pasa nada, seguro que está dormilón. Cuando se mueva un poco, volverá a animarse. —Eres terrible, de verdad eres malo. Juan, con gesto familiar, le rodeó la cintura y caminaron juntos hacia el garaje. Lorena los siguió en silencio, observando cómo subían al Bentley familiar. Poco después, el auto empezó a sacudirse violentamente y el estacionamiento se llenó de chirridos. Aunque no podía verlo con claridad, cualquiera podía imaginar lo intensa que era la escena entre ambos. Lorena se dejó caer en un rincón, las lágrimas le corrían como la lluvia. Aún sin resignarse, llamó a Juan por teléfono. Ni siquiera pasaron dos segundos antes de que la llamada fuera rechazada. De inmediato, recibió un mensaje. [Cariño, tengo una reunión de emergencia. Te llamo más tarde.] "¿Reunión?" "¿Una reunión encima de una mujer?" Cada palabra que él le mandaba era como una aguja que se le clavaba en el corazón. Si antes aún podía engañarse a sí misma, ahora, al presenciar con sus propios ojos la traición de su esposo con su hermana, ya no podía ignorar la realidad. Todavía recordaba que, por estar con Juan, casi provocó que Daniel sufriera un infarto de la rabia; un profundo remordimiento la invadió. Con la mano temblorosa, Lorena tomó el teléfono y marcó ese número tan familiar. —Papá, lo siento. Daniel guardó silencio mucho tiempo antes de responder, con voz ronca: —Lorena, han pasado tres años y no has venido a verme ni una sola vez. ¿Es que solo vas a venir a recoger mi cadáver cuando me haya muerto?

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.