Capítulo 20

En realidad, ella solo buscaba una excusa, pero no esperaba que el hombre aceptara con tanta facilidad. Lourdes quedó atónita por un momento y luego comenzó a preparar los materiales. —Entonces, señor Ignacio, empezaré. Roberto no esperó a que Ignacio respondiera, de un tirón la obligó a sentarse en la silla. —No es necesario. —¿Qué significa esto, señor Roberto? Ignacio sonrió con amabilidad, aunque sus ojos mostraban frialdad. —Quiero ver si realmente tienes intención de colaborar. Tras decir esto, Roberto tomó su mano sin previo aviso. —¿Qué haces? —Lourdes se sobresaltó y trató de soltarse por reflejo. —No te muevas. Roberto giró la cabeza y la miró fijamente. Hacía mucho tiempo que ella no veía esa mirada en él. Ante esa mirada, Lourdes terminó por dejar de resistirse. —Señor Roberto, ella es mi asistente. ¿Cree que este comportamiento es apropiado? Ignacio se levantó de golpe y golpeó la mesa, la calidez en sus ojos desapareció al instante, sustituida por una dureza feroz. —¿Seño