Capítulo 55
Al ver la espalda de la mujer, Ignacio se sintió algo impotente.
Él no sabía cuánto consentía Roberto a su hermana, tanto como para haberla criado con ese carácter tan caprichoso y sencillo.
Al pensar en eso, su mirada se volvió aguda y cambió su actitud para ir tras ella.
—¿Si contara con la ayuda de esa mujer, aumentaría mis probabilidades de éxito?
Al ver que Ignacio estaba tan apurado, Lourdes lo siguió.
—Señor, ¿necesita algo?
Sin embargo, el hombre caminaba tan rápido que ella no podía alcanzarlo.
Se quedó paralizada por un momento y giró la cabeza hacia Julia.
—¿Qué está pasando aquí?
Ella también estaba sorprendida, pero recuperó la calma.
—No puedo responderte. Nunca había visto al jefe comportarse así.
Al otro lado.
Ignacio caminó con rapidez y logró detenerla frente al ascensor.
—Señorita, camina usted rápido, ¿no?
Sus labios se curvaron y todo su cuerpo irradiaba un atractivo.
—¿Tiene prisa por algo? ¿Quiere que la lleve?
En realidad, Gabriela ya no estaba molesta al ver qu

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