Capítulo 17
Cuando Bruno llegó al templo, lo primero que vio fue a María arrodillada en el centro, recitando mantras en voz baja.
—¿Qué haces aquí?
Su intuición no fallaba, si Alicia había desaparecido, María estaba detrás. Su tono se volvió áspero de inmediato:
—¿Dónde está Alicia?
María no respondió enseguida, siguió con sus cánticos, murmurando sin pausa.
Bruno, impaciente, la agarró del brazo y la obligó a levantarse. Recién entonces ella lo miró con frialdad, y cada palabra que salió de su boca fue una puñalada:
—Dime, Bruno, ¿de verdad piensas que Alicia era solo una niña para ti?
—Apenas desaparece y ya estás así de desesperado, al punto de sujetarme con violencia.
Bruno quedó en silencio, miró su propia mano, seguía apretando con fuerza el brazo de María.
—Eres más repugnante de lo que imaginaba.
—Solo fui tu escudo, siempre fue Alicia la que te importó.
—¡Ella es diez años menor que tú! Eres exactamente la bestia que tú mismo describes.
Las palabras lo golpearon con crudeza. Hasta ese mom

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