Capítulo 1810
Justo en ese preciso momento, se escuchó la voz de Bernardo desde la habitación.
—Ahora puedes entrar.
Esperó unos minutos, pero no hubo ningún sonido frente a la puerta.
Pensó que su voz había sido demasiado baja, así que lo repitió, esta vez en voz alta.
Sin embargo, aún no hubo respuesta alguna.
Parecía que no había nadie afuera.
Probablemente era por la medicina que había tomado, se había puesto ropa abrigadora y un abrigo de algodón, y ahora se sentía cálido y había recuperado algo de energía.
Decidió salir él mismo.
Pero, ¿de qué sorpresa hablas?
No había nadie afuera.
La mujer había desaparecido como por arte de magia, sin dejar rastro alguno.
Bernardo observó la intensa nevada que caía como plumas de ganso y, por unos segundos, se sintió desconcertado.
El calor constante en su cuerpo le recordaba que lo que había sucedido no era un sueño.
—Todavía no he tenido la oportunidad de darte las gracias. —Dijo en voz baja, mirando como la nieve caía.
No sabía si volvería a verla.
Tampo

Haga clic para copiar el enlace
Descarga la aplicación Webfic para desbloquear contenido aún más emocionante
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil