Capítulo 24

Cuando Alexandra llegó a la sala de conferencias, Lucien ya la esperaba sentando en uno de los sillones, con las piernas cruzadas y los dedos entrelazados sobre la mesa. Su persona emanaba un aire muy diferente al de los hombres corrientes. Detrás de él, estaba parado su asistente.  Tenía que admitir que seguía luciendo tan encantador como siempre, sin importar cuánto tiempo había pasado desde que se casó o se separó. Su exuberante melena castaña rojiza, sus ojos azules y su marcado perfil, eran sólo algunos de los factores que le habían robado el aliento a la joven que se enamoró de él media década atrás. Cerrando los ojos lentamente, sacudió esos pensamientos mientras tomaba el asiento frente a él. “No esperaba que viniera en persona, Sr. Albrecht”. “Me pareció conveniente terminar lo que empecé”, respondió Lucien. Su voz podría considerarse tono medio, ni un susurro, ni un grito. El matiz de dulzura en sus palabras hicieron que Alexandra dudara de lo que había escuchado. “Tu dedicac