Capítulo 36
Alexandra se quedó mirando la pantalla en blanco de su teléfono mientras una sonrisa de satisfacción adornaba sus labios de media luna.
Mientras que Lucien era su kryptonita, Theodore era su amuleto de buena suerte, lo mejor que el universo le había dado.
Su vida simplemente no sería la misma sin él.
Después de echar su porción de pizza al tacho de basura, la mujer se acomodó en su sofá y se dispuso a ver la televisión por un rato. Luego de un momento, la apagó y se dirigió a su estudio para avanzar su trabajo. De pronto, el fuerte sonido de una voces proveniente de afuera llamó su atención.
Se trataba de Daniel y Vivian, a quienes la mujer encontraba particularmente desagradables.
“¡Alexandra, abre la puerta en este momento! ¡Dile a los inútiles de tus porteros que nos dejen entrar!", bramó Daniel.
La mujer frunció el ceño mientras pensaba que aquellos siempre encontraban el momento más inoportuno para molestarla.
Alexandra se dio la vuelta y se dirigió a su puerta; cuando la abrió,

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