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Capítulo 9

Alexandra estaba sorprendida. ¿Qué hacía su ex esposo ahí? En los brevísimos segundos de su encuentro, la pregunta dio vueltas en la mente de la mujer, que al darse cuenta de la situación en la que estaba, se soltó tan rápido del agarre de Lucien que estuvo a punto de caerse. El corazón del hombre se estremeció ante tal reacción. Era la primera vez que algo que hacía esa mujer lo hacía sentirse así. Y es que aunque la joven frente a él era elegante y sofisticada y prácticamente no tenía nada en común con Ariadna, al tenerla en sus brazos la reconoció de inmediato.  Aquella no podía ser otra más que su ex esposa.  Por supuesto, había algunos cambios. Su cabello, otrora café y siempre recogido, ahora era rubio y volaba libremente alrededor de sus hombros. Otra transformación importante era su ropa. Atrás habían quedado las prendas recatadas, pues la rubia que tenía enfrente vestía un palazzo rojo con tacones a juego. Además, aunque casi no estaba maquillada, su bronceada piel estaba radiante. Lucien estaba seguro de que de verdad emitía un ligero brillo. No era para menos. Desde que Alexandra había desparecido de la vida de Lucien, con quien había vivido por cinco años, había experimentado una transformación digna de cuento de hadas.   Eso era lo que ella había querido. No que no solo fueran incapaces de reconocerla, sino que quedarán estupefactos por su cambio. La mujer, que ahora tenía un aire elegante y la actitud de estar siempre en control, no mostró molestia alguna por su encuentro con Lucien, quien no le quitaba los ojos de encima. Por otra parte, sus tíos Benjamín y Daniel la miraban sorprendidos. Ninguno se atrevía a decir nada y parecía que no sabían qué hacer.  No entendía como era posible que su sobrina estuviera al tanto de su reunión secreta. Tras un prolongado silencio, Alexandra habló. “Tíos, no sabía que tenían programada una reunión con los accionistas. Explíquenme esto. ¡Ahora!".  La mujer se sintió más molesta de lo normal. Pensó que se debía a que Lucien estaba en el lugar y, además, tenía su mirada clavada en ella. Por su parte, Lucien estaba impactado por la transformación de Alexandra. Si no fuera por los años que estudió etiqueta y negociaciones, tendría la boca abierta por la sorpresa. Además, la mujer frente a él le provocaba emociones que no había sentido en su vida. Primero, por lo enérgica que era al hablar: durante los cinco años que vivió con Ariadna, nunca la escuchó con tanto coraje. Sin olvidar que la mujer con la que casó no habría podido matar ni a una mosca y esta prácticamente mataba a sus tíos con la mirada. "Querida sobrina", comenzó Daniel, dando un paso hacia adelante. “Nos dimos cuenta de lo ocupada que estabas con el nuevo proyecto y decidimos aligerar un poco tu carga”, añadió colocando su mano sobre el hombro de la mujer, quien no dudó en sacudírsela inmediatamente. «¡Qué inteligente!», pensó ella, mientras su mirada pasaba de su tío a Lucien. De repente, todo tuvo sentido. Solo había una explicación para el cambio de actitud de su tío. “El señor White finalmente decidió asistir a una reunión. ¿Quién hubiera imaginado que ese misterioso accionista principal sería el mismísimo señor Albrecht? Ha sido una sorpresa para todos”, intervino Benjamin. Ambos hermanos hacía lo posible para aparentar ser tíos cariñosos y preocupados por el bienestar de su sobrina. Lentamente, la rubia recorrió con su penentrante mirada a sus tíos; después, posó la vista en su ex marido. Apretó los dientes con fuerza. Su ira crecía con cada minuto que pasaba ahí. ¿De verdad ese hijo de p*ta era el último accionista? ¿Cómo era posible que no estuviera al tanto de eso si estuvo casada con él por cinco años? Parecía que el mundo estaba en su contra. Alexandra se tomó un momento para calmarse y una vez que recuperó la compostura, sonrió como si nada hubiera pasado. No permitiría que un asunto irrelevante le impidiera cumplir con su objetivo. “Presidente Albrecht, no estaba al tanto de su papel como accionista en MI empresa. ¿A qué debo el gesto?", preguntó ella. La forma tan directa de expresarse y el tono que usó agarraron a Lucien por sorpresa. Obviamente, él no esperaba esa pregunta. Conteniendo sus sentimientos para no exponerse más de lo que ya lo había hecho, Lucien contestó en el tono que usaba para hablar de dinero y que la gente hiciera las cosas a su manera. "Me parece que tu padre no te informó de su decisión de venderme algunas de sus acciones para evitar que su empresa cayera en la ruina", dijo él. Tras una pausa, agregó: "Desafortunadamente para él y para ti... no pudo pagar esa deuda". La boca de Alexandra se torció al escuchar eso. ¿Cómo se atrevía Lucien a hablar así de su padre? “No me comentó nada, pero no te preocupes. Te pido por favor que envíes el contrato al departamento legal de la compañía para que lo autentiquen y, posteriormente, me lo entreguen. Una vez que lo tenga, pagaré lo que se debe y lo anularé". Después, Alexandra se dirigió a sus tíos: “Ya que le compraré sus acciones al presidente Albrecht, esta reunión queda cancelada". La mujer ignoró los rostros abatidos de sus tíos y salió del lugar, con la esperanza de poner distancia, muy necesaria, entre ella y su ex esposo. Esperaba no tener que volverlo a verlo en su vida y no solo habían estado en la misma habitación, ¡ahora eran socios de negocios! Y eso no era lo único que le preocupaba. ¿La había reconocido? Desestimó la idea, pues ahora era otra persona y, por tanto, era imposible que la reconociera. Además, él nunca se preocupó por saber de ella. Al darse cuenta de eso, sintió que le estrujaban el corazón. A pesar de que estaban divorciados, una parte de ella todavía lo quería. Mientras una sonrisa amarga se dibujaba en su rostro, alguien la agarró del brazo. Una voz familiar, llena de una emoción que nunca había escuchado, dijo: "¡Ariadne!".

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