Capítulo 6
Cuando Zara volvió a la villa, ella estaba en un estado de shock, pues no podía olvidar las palabras de Betty ni por un segundo. De hecho, en ese momento, a ella le pareció que ese matrimonio era una verdadera broma, que era sumamente imposible continuar con algo así, e incluso pensó en el divorció; sin embargo, apartó inmediatamente ese pensamiento.
A decir verdad, sabía que, si se divorciaba después de estar casada por solo un mes, su madre se sentiría realmente desconsolada; además, también le preocupaba el señor Grantham, pues él no solo la quería mucho, sino que también tenía muchas esperanzas en ella. Es más, sabía que él nunca le permitiría romper ese matrimonio; por eso, como el contrato que firmó con Nicholas fue de solo dos años, ella decidió no iniciar ningún divorcio, y solo actuar como su buena esposa durante este plazo.
Por su parte, después de tomar una ducha, ella se puso su pijama rosa, llamó a su madre y hablaron un rato antes de acostarse; sin embargo, tras cortar, Zara no pudo dormirse inmediatamente, solo dio vueltas y vueltas hasta que finalmente se quedó dormida.
No obstante, justo cuando ella por fin pudo conciliar el sueño, se escuchó el timbre de la puerta, haciendo que ella se asustara y saltara de la cama; a decir verdad, no estaba segura de qué hora era, pero supuso que era casi medianoche.
En realidad, al creer que podía ser Nicholas, su corazón empezó a latir cada vez con más fuerza y como se sintió realmente nerviosa, empezó a morderse los dedos y a caminar de izquierda a derecha sin saber qué hacer.
Mientras dudaba si abrir o no, volvió a sonar el timbre de la puerta, haciendo que ella se estremeciera y saliera corriendo de inmediato; luego, se acercó rápidamente a la puerta y abrió.
Sin embargo, ella quedó sumamente sorprendida al ver a un hombre realmente desconocido que entraba y apoyaba a Nicholas; pero, no podía negar que entendía perfectamente porque lo hacía, pues Nicholas no podía mantenerse en pie por su cuenta. Es más, Zara olió rápidamente el fuerte olor a alcohol e, inconscientemente, levantó su mano para taparse la nariz; aunque, se preguntaba con gran curiosidad porque se había emborrachado.
"Señora, lamento mucho molestarla tan tarde; pero... el jefe está muy borracho. De hecho, aunque al principio pensé en dejarlo en su departamento, no me siento cómodo dejándolo solo en estas condiciones; así que, mejor lo traje aquí", explicó Benjamín inmediatamente.
"No te preocupes, entiendo. Pero, por favor, ¿puedes ayudarme a llevarlo a la habitación?", pidió Zara con total amabilidad; mientras que, asintiendo firmemente, Benjamín le dijo: "Sí, claro".
Después de llevarlo y acostarlo en su cama, Benjamín se despidió cordialmente y se fue; mientras tanto, tras cerrar la puerta, Zara volvió a la habitación y miró silenciosamente al hombre que yacía en la cama.
A decir verdad, Zara estaba realmente confundida y ni siquiera sabía qué debía hacer con él; sin embargo, no podía negar que su corazón latía incontrolablemente al tenerlo tan cerca.
En realidad, esa era la primera vez que ella lo miraba con tanta atención; pero, no podía negar que era un hombre bastante guapo, que cualquier mujer quisiera tener. Su nariz era perfilada, sus pómulos estaban muy bien marcados y, su mandíbula era muy bien definida; además, aunque su sedoso cabello negro estaba ligeramente despeinado, y algunos mechones caían sobre su frente, se veía realmente atractivo. Sin embargo, no podía negar que parecía que se sentía realmente incómodo, pues tenía el ceño fruncido, sus cejas un poco curvadas y, sus ojos de movían de izquierda a derecha.
Por su parte, al verlo ahí, Zara decidió ayudarlo, le quitó los zapatos y la chaqueta con total tranquilidad; luego, lo más lentamente posible, desató su corbata y desabrochó tres botones en la parte superior de su camisa.
Tras dejar ello, el hombre en la cama gimió y murmuró algo que Zara no pudo entender con claridad; así que, sin tomarle mayor importancia, ella corrió rápidamente al baño, sumergió una toalla en el agua y, tras exprimirla, volvió junto a él y le limpió la cara, el cuello y las manos.
En ese momento, Nicholas volvió a murmurar algo, empezó a mover su cabeza de izquierda a derecha, su respiración se estaba volviendo más agitada y, su ceño se estaba volviendo cada vez más profundo; de hecho, no solo parecía estar incómodo, sino que actuaba como si tuviera una pesadilla.
Por su parte, Zara no tenía idea de qué debía hacer a continuación, solo frunció los labios y lo miró fijamente, como si estuviera contemplando algo; luego, después de un rato, ella le quitó cuidadosamente el cinturón y la camisa.
Justo cuando ella parecía tener éxito con el chaleco, él la tomó de la muñeca y tiró de ella a toda prisa, haciendo que ella cayera inesperadamente sobre su pecho; luego, envolvió con fuerza sus brazos alrededor de su cintura y abrió ligeramente los ojos para mirarla.
Al notar ello, el corazón de Zara se aceleró completamente y, miró totalmente estupefacta sus fascinante y profundos ojos azules; a decir verdad, esa era la primera vez que ella lo miraba directamente a los ojos y, no podía negar que tenía unos ojos muy seductores, los cuales la atraían como imanes.
En ese momento, ella se olvidó de todo y solo quedó mirándolo fijamente a los ojos, pues no podía creer que ese hombre, que tenía los ojos color del cielo, fuera realmente su esposo.
De hecho, ella estaba tan atraída por él hasta que, por fin logró escuchar claramente la palabra que él estuvo murmurando minutos atrás, la cual fue solo un nombre: "Sasha".
Cuando murmuró ese nombre, Zara recobró rápidamente el sentido y, de hecho, se sintió como si le hubieran tirado un balde lleno de agua helada; pues, aunque ella se casó con él, su corazón y alma seguían pensando en otra mujer. Es más, se dio cuenta rápidamente ella no era más que una novia por contrato, una simple mujer con la que se casó debido a la presión familiar.
Tras pensar en ello, Zara trató de levantarse inmediatamente, pero él no se lo permitió y, por el contrario, la abrazó aún con más fuerza; luego, con su voz más profunda y encantadora, le preguntó: "¿A dónde quieres ir?".
A decir verdad, Zara estaba un poco nerviosa con esa situación y, no podía negar que sí tenía miedo; incluso, sabía que, si permanecía un poco más en sus brazos, él cruzaría sus límites y ella no quería que eso sucediera.
Como no quería que sucediera algo así, Zara se retorció inmediatamente y, delicadamente, le susurró: "Por favor, déjame ir".
Sin embargo, sin darle mayor oportunidad a que escape, Nicholas se dio la vuelta inmediatamente, dejando a Zara bajo su cuerpo.
"Ah", gritó Zara inmediatamente y, de hecho, estaba realmente sonrojada de estar en esa posición, sobre todo, porque sus manos tocaban firmemente su pecho desnudo; luego, al sentir sus mejillas mucho más calientes, ella retiró rápidamente las manos.
“Suéltame. Estás borracho, mejor deberías dormir un poco", dijo Zara, quien trató de alejarlo de su lado; sin embargo, él la agarró por las muñecas y la sujetó por encima de su cabeza.
Luego, teniéndola en esa posición y, mirándola fijamente a los ojos, volvió a exclamar cariñosamente: "Sasha, eres tú. Mi Sasha".
Tras decir ello, Nicholas bajó la cabeza y besó la parte más sensible de su cuello, haciendo que la respiración de Zara se acelerara inmediatamente; incluso, sintió como una ola de escalofríos recorrió todo su cuerpo, desde la punta de sus pies hasta su cabeza.
"Te extrañé mucho, de verdad", volvió a susurrar el hombre cariñosamente, pero esta vez, él estaba muy cerca de su oído; así que, le mordió el lóbulo de la oreja seductoramente.
Por su parte, esa pequeña acción del hombre hizo que otra ola de escalofríos recorriera el cuerpo de Zara y, esta vez, no solo erizó todo su cuerpo; sino que también, sintió un fuerte deseo por él.
No obstante, como no quería que pasara algo de lo cual ambos se podrían arrepentir, ella intentó decirle inmediatamente: "Nicholas, yo..."
Sin dejarla siquiera terminar su oración, Nicholas la hizo callar rápidamente y, con total cariño y amor, le dijo: "No hables. Por favor, nena, solo permíteme amarte una vez".
Tras decir ello, él empezó a besarla apasionadamente, por el cuello, por sus hombros; incluso, Zara sintió como deslizaba cariñosamente sus manos dentro de su blusa.
Al notar lo que estaba a punto de pasar, Zara se retorció aún con más fuerza e intentó soltarse de su agarre; sin embargo, al no poder conseguirlo, le dijo apresuradamente: “Basta… Nicholas, estás borracho, no hagas esto. Te arrepentirás cuando estés sobrio".
Por su parte, tras oír ello, Nicholas dejó de besarla, la miró fijamente y le dijo: "¿Por qué dices eso? Sasha, yo te amo, no me arrepentiré de hacer esto, nunca lo haré”.
"Pero, yo no soy…", empezó a decir Zara; no obstante, ni siquiera pudo terminar porque Nicholas la besó apasionadamente en los labios.
A decir verdad, cada besó que él le daba, hizo que Zara se sintiera aún más confundida; no obstante, también sabía que él solo estaba haciendo eso porque la había confundiendo con Sasha. En realidad, ella quiso empujarlo y alejarlo de su lado, pero su piel era tan suave y sus besos eran tan apasionados que no supo qué hacer; incluso, no pudo resistirse a que él la amara con locura.
Cuando Nicholas finalmente se detuvo y se quedó dormido, Zara derramó sus lágrimas en silencio; de hecho, no podía creer que haya tenido su primera vez con él, pero solo porque la había confundido con su amada mujer. A decir verdad, Zara estaba muy avergonzada consigo misma, y lamentaba profundamente el no haber podido controlar su deseo; es más, sentía que el dolor en su corazón era mucho mayor que el dolor en la parte inferior de su cuerpo.
Después de llorar durante mucho tiempo por lo ocurrido, ella por fin se durmió profundamente y, cuando se despertó, descubrió que ya era de mañana y que Nicholas no estaba en la cama. Al ver que no estaba cerca, Zara se sentó en la cama y empezó a mirar a su alrededor; sin embargo, como no se veía por ninguna parte, supuso que ya se había ido. De hecho, cuando descubrió que no estaba ahí, ella sintió una fuerte punzada en su corazón; a decir verdad, pensaba que él le diría algo o, mejor dicho, esperaba que se disculpara con ella por lo ocurrido.
Mientras pensaba en ello, sus ojos se posaron inmediatamente en una pequeña pastilla blanca que estaba sobre la mesita de noche; no obstante, cuando vio ello, Zara frunció el ceño y la levantó para mirarla más de cerca.
Al darse cuenta que era una píldora anticonceptiva, Zara arqueó sus cejas inmediatamente y, de hecho, pensó que él había resuelto muy bien todo, pues no quería permitirle que ella tuviera un hijo de él.
Al pensar en ello, una amarga sonrisa apareció en su rostro y, sin siquiera necesitar de agua, se tragó la pastilla inmediatamente; mientras tanto, se recordó a sí misma, una y otra vez, que debía mantenerse fuerte, al menos, durante el plazo del contrato.
Evitando el dolor en la parte inferior de su cuerpo, ella se fue inmediatamente al baño, se dio una ducha rápida y, se cambió a una falda azul hasta la rodilla y una blusa blanca. A decir verdad, con el fin de arreglar todo para la cirugía de Brian, ella se había tomado dos días libres de la oficina; sin embargo, hoy tenía que volver a su trabajo. Después de maquillarse ligeramente, ella se aplicó un lápiz labial nude, se recogió el cabello en una cola alta y, tras agarrar su bolso, salió de su habitación.
Pero, justo cuando salía de su habitación, una mujer de mediana edad se acercó a ella y, de hecho, ella era el ama de llaves en esa villa; pues, como Nicholas no se quedaba ahí, y Zara también se quedaba la mayor parte de su tiempo en su antiguo apartamento, los sirvientes venían solo por la mañana para la limpieza.
Por su parte, después de saludarla inclinando un poco la cabeza, la mujer le preguntó cortésmente: "Señora, ¿tomó la pastilla que estaba ahí?".
A decir verdad, Zara fue tomada por sorpresa al escuchar su pregunta; pero, tan pronto ordenó sus pensamientos, ella se rio amargamente. De hecho, al darse cuenta que Nicholas incluso había designado a esa mujer para que se asegurara de tomar la píldora, ella no pudo evitar que la amargura se extendiera en su interior.
Luego, antes de darse la vuelta para irse, le dijo arrogantemente: "Dile a tu jefe que no se preocupe. Ya he tomado la píldora, no es necesario recordarlo".
Sin embargo, antes de que pudiera dar unos pasos, Zara la escuchó decir nuevamente: “Perdóneme, señora. No quise lastimarla, solo que el jefe tiene…"
"No tienes que disculparte", respondió Zara sin siquiera dejarla terminar; luego, mirándola arrogantemente, le dijo: "Puedo entender perfectamente todo esto".
A decir verdad, su tono fue así de prepotente porque no estaba de buen humor; es más, tenía tanta cólera con Nicholas, pues, debido a su actitud, su posición en la villa se volvió tan baja que incluso los sirvientes podían cuestionarla. Por ello, si mostraba su debilidad, nunca la tratarían con respeto; así que, Zara no tuvo más remedio que mostrar su arrogancia. Luego de ello, salió lo más altiva posible de la villa, pero, en su interior, ella estaba realmente conmocionada; es más, ya había perdido toda esperanza en ese matrimonio, y ahora solo quería que el tiempo pase muy rápido.