Capítulo 12
Ese día, Andrés no salió en ningún momento del dormitorio.
Permaneció sentado en la habitación vacía, con los dedos pasando una y otra vez por la bufanda.
Afuera, la luz del día se iba desvaneciendo y el resplandor del atardecer entraba por la ventana, dejando una franja dorada sobre el suelo.
Miró esa luz fija y perdida; en su mente casi podía ver a la Isabela de años atrás.
Ella llevaba un vestido azul claro y estaba de pie bajo los plátanos del residencial militar.
Sostenía una revista y la luz filtrada iluminaba su figura, resaltando su piel blanca y unos rasgos tan delicados que parecían dibujados.
Fue la primera vez que la vio.
Cinco años atrás, recién ascendido a comandante, Andrés volvió al cuartel y vio a lo lejos a varios jóvenes oficiales rodeando a una chica para cortejarla.
Ella estaba en el centro, con una leve sonrisa en los labios.
Su mirada era educada pero distante, dejando claro que no tenía interés en ellos.
—¿Quién es ella? —Preguntó Andrés a su asistente.
—Es Isab

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