Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 1

—Victoria, ¿en serio vas a dejar a Jonás e irte al extranjero? En la tranquila cafetería, Victoria Flores dejó la cuchara que tenía en la mano y miró a su amiga, quien estaba asombrada. Su tono fue indiferente. —Jonás y yo ya estamos divorciados. —¿¡Divorciados!?— Cristina, su amiga, quedó impactada por la noticia tan explosiva que recibió. Unos minutos más tarde, comenzó a defenderla indignada. —¿Jonás Jiménez lo aceptó? ¡Durante estos tres años fuiste tan buena con él, hasta un extraño se habría conmovido! ¿Acaso no siente nada por ti? Victoria sonrió, con un destello repentino en la mirada. Pues en realidad, ni siquiera sabía si él lo había aceptado. Después de todo, hacía más o menos medio mes, cuando le entregó el acuerdo de divorcio, él lo firmó mientras atendía una llamada telefónica, sin escuchar lo que ella decía, y luego se fue apresurado Después de eso, no volvió a preguntar ni una sola palabra. Ahora, solo tenía que esperar medio mes más para poder obtener el certificado de divorcio y sería libre. Justo cuando estaba por hablar, una voz masculina y grave sonó a espaldas de ambas. —¿Ya terminaron de hablar? Las dos jovencitas voltearon al mismo tiempo y vieron a Jonás, vestido muy galante y de negro, acercándose a ellas con pasos decididos. Cristina, aún inmersa en la rabia de hace un momento, estaba a punto de avanzar y sin exigir ningún tipo de explicaciones. —Jonás, hace unos minutos Victoria dijo que tú y ella... —¿Qué haces aquí? Victoria le dio una palmadita tranquilizadora a Cristina y le refutó,interrumpiéndola a tiempo. —Escuché en el pronóstico del tiempo que iba a llover, pasé a recogerte. Victoria sonrió. Luego de despedirse de Cristina, se levantó, tomó su bolso y se fue con él. En el camino de regreso, el sonido de la lluvia era constante, pero el interior del auto estaba en completo silencio. Frente a esa esposa con la que se había casado por accidente algunos años atrás, los labios de Jonás se movieron con delicadeza. Varias veces quiso decir algo, quizás encontrar un tema, pero recordó que llevaba medio mes sin volver a casa. Después de un largo silencio, al final pareció recordar algo y preguntó: —Victoria, ya hace más o menos medio mes, que me pediste que firmara ese documento, ¿qué era? ¿Y hasta ahora se le ocurrió preguntar? Sin embargo, había estado todo este tiempo con Elisa Ramos, ¿cómo iba a preocuparse por un asunto tan insignificante? Victoria sonrió con ironía, justo cuando estaba a punto de hablar, el teléfono de Jonás volvió a sonar. —Jonás, bebí demasiado, me duele mucho la cabeza... ¿puedes venir a buscarme, por favor? Escuchando el tono ligero y coqueto del otro lado de la línea, los largos y delgados dedos de Jonás que sujetaban el volante se inquietaron, volviéndose más blancos por la presión, y su expresión se ensombreció enseguida. —Elisa, te lo he dicho muchas veces, ya estoy casado. Hubo un silencio repentino al otro lado del teléfono antes de que ella respondiera: —¿Y qué si estás casado? La novia de esa boda, hace años, debía ser yo. Ese tono tan despreocupado enfureció a Jonás. Durante los tres años de matrimonio, Victoria siempre lo había visto reservado. Era la primera vez que lo veía perder el control de esa manera. Pisó el freno de golpe, y el auto chirrió con violencia sobre el pavimento. —¿Pero contestaste? Hubo un repentino silencio al otro lado de la línea. Un momento después, la voz se tornó un poco ahogada y pronunció: —Lo siento... no volveré a molestarte. Muy pronto, la llamada se cortó. Pero el rostro de Jonás no se suavizó para nada; por el contrario, se tornó aún más sombrío. Golpeaba el volante con los dedos y, después de un largo rato, al final se rindió con cierta resignación y escribió un mensaje. [Envíame la dirección.] Al ver la dirección que recibió, giró la cabeza con una expresión llena de disculpa. Victoria sabía muy bien lo que él iba a decir, así que se adelantó a decir: —Si tienes algo que hacer, ve. Yo me voy en taxi. Viendo cómo ella abría la puerta del auto y desplegaba el paraguas, Jonás no pudo evitar sentirse culpable. Dijo en voz baja: —Cuando termine, volveré contigo. Victoria se despidió. Se quedó bajo la lluvia, mirando cómo él se alejaba en el auto, con emociones complejas en su mirada. . Era el séptimo año que amaba a Jonás. Todavía recordaba con claridad el momento en que se enamoró de él a primera vista en la cancha de baloncesto. Él llevaba puesto su impecable uniforme de baloncesto, encestando diez de diez, rompiendo por sí solo la defensa del equipo contrario. Se convirtió en el centro de atención de todo el lugar. A su alrededor, las fans gritaban emocionadas, mientras una compañera recién llegada le explicaba con efusividad: Él es Jonás, la figura destacada de la Universidad Luzdeluna, proveniente de la influyente familia Jiménez de Castroviento. Lástima que en el corazón de ese chico tan guapo, solo existía Elisa, con quien había crecido y mantenía una larga relación amorosa. Él podía gastar una fortuna por Elisa, alquilar todo un parque de atracciones solo para darle una sorpresa y celebrar su cumpleaños. Podía dejar de lado su dignidad y suplicarle que volvieran delante de toda la universidad, solo porque alguien le había confesado su amor a él y Elisa, molesta, lo había bloqueado a propósito. Podía esperar implacable bajo la nieve hasta que sus manos se congelaran, incluso si Elisa no había acudido a la cita solo porque se quedó haciéndose las uñas con unas compañeras. A él no le importaba jamás se quejaba... Durante los cuatro años de universidad, Victoria había escuchado incontables rumores sobre el romance entre Jonás y Elisa. Siempre pensó que sería como una secundaria de novela, testigo de cómo ellos terminaban juntos para siempre. Hasta que, hace dos años, Jonás, después de graduarse, no podía esperar ni un segundo más para casarse con Elisa. Ella no recibió invitación alguna, pero asistió a esa boda de ensueño, haciéndose pasar por una compañera de clase. La ceremonia ya había comenzado, pero Elisa seguía sin aparecer. Jonás, desesperado, hizo noventa y nueve llamadas, pero lo único que recibió fue un simple mensaje de Elisa: no quería casarse tan pronto, ya se había ido del país. La paciencia de Jonás se agotó ese mismo día. Ya no toleró más sus caprichos, y tomó desesperado el micrófono. —Hoy, he decidido cambiar de novia. ¿Alguna dama soltera aquí presente está dispuesta a casarse conmigo? Victoria, siempre silenciosa y sin mostrar su notoriedad, sintió que su corazón latía con fuerza en ese instante. Sabía que había numerosas mujeres que amaban a Jonás en silencio, así que, justo cuando él terminó de hablar, se levantó de inmediato. Ese día, se puso un traje de novia que no le quedaba muy bien y se casó con un hombre que ni siquiera recordaba su nombre. Durante los tres años siguientes, vivieron con respeto y cortesía, en una aparente armonía. Hasta que, hace poco más de un mes, Elisa regresó al país. Victoria observó con detenimiento a Jonás, quien aunque intentaba resistirse, no podía evitar acercarse de nuevo a Elisa. Supo en ese momento que su sueño había terminado. Era hora de devolver el lugar de señora Jiménez. Ella iba a cumplir el deseo más profundo de él. Y también, a liberarse por completo. Bajo la fuerte lluvia, Victoria le envió un breve mensaje a Jonás. —El documento que preguntaste está en la guantera del asiento del copiloto. Si quieres saber qué es, solo tienes que abrirla y mirar.
Capítulo anterior
1/25Siguiente capítulo

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.