Capítulo 10
Mi relación con Carlos fue tranquila, pero cálida.
No hubo escenas dramáticas como las de Francisco, ni lujos que costaran decenas de miles de dólares.
Cuando yo salía tarde de reuniones, él calculaba la hora y me esperaba abajo de la oficina, con una comida caliente en la mano.
Cuando me sentía frustrada por el trabajo, se quedaba en silencio a mi lado.
Me ofrecía un vaso de agua tibia y luego, sin decir nada, ordenaba los documentos desordenados por mí.
Él recordaba todos mis gustos. Sabía que no comía cilantro y que me gustaba el café a medio azúcar.
Su amor era sumamente delicado.
Era una ternura silenciosa que ya se había infiltrado en cada rincón de mi vida.
Después de graduarse de la universidad, Carlos obtuvo el primer lugar de su promoción y ganó la oportunidad de quedarse como docente.
Pero la rechazó.
Eligió entrar al Grupo del Río Dorado, empezando como asistente de mi padre.
Al principio, mi papá no estaba de acuerdo, y pensaba que Carlos, con su origen tan común, no era d

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