Capítulo 25
Lucía había llegado claramente con prisas; apenas podía recuperar el aliento, pero aun así fingió que era una simple casualidad.
Desde su aparición, la mirada de Diego no se había apartado de ella, y yo ya había identificado a su dueña.
Cuando nuestros ojos se encontraron, él apartó la vista con evidente incomodidad.
No podía engañarme.
—Patricia tiene novio, deberíamos felicitarlos con generosidad. —Dijo Lucía, acercándose a Ramón y enlazando su brazo con el suyo.
La miré con una sonrisa helada, sin pronunciar palabra.
Ramón, con los dientes apretados, se volvió hacia Diego: —¿Cómo vas a ser tú el novio de Patricia?
Diego sonrió con una untuosidad repugnante: —¿Y por qué no? Tu novia actual es guapa y elegante, pero no por eso deberías impedir que Patricia, alguien como ella, sea mi novia.
Fruncí el ceño. Que Diego quisiera arrastrarse a los pies de Lucía me tenía sin cuidado; lo que no entendía era por qué tenía que pisotearme a mí en el proceso.
¿Alguien como yo?
¿Insinuaba que solo

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