Capítulo 30
Jamás imaginé que Pablo me buscara solo para decirme aquello, así que me quedé en blanco por un instante.
No reaccioné hasta que volvió la cabeza hacia mí.
Al alzar la vista, me encontré con unos ojos serenos, sin rastro de emoción.
Quizá me proponía ir a su casa únicamente porque temía que me pasara algo y eso le ocasionara problemas.
Al fin y al cabo, su tiempo era demasiado valioso como para gastarlo resolviendo mis pequeños líos.
Negué con la cabeza: —No hace falta, iré con cuidado por el camino.
Me pareció ver en su mirada un destello de decepción, pero fue tan fugaz que no tuve tiempo de confirmarlo. enseguida lo ocultó.
—¿Por qué no quieres volver a la Casa Cisneros? —Pregunté, ladeando un poco la cabeza.
—No quiero. —Tras mi rechazo, su tono sonó cargado de desagrado.
Y lo entendía. Si él se enfadaba, medio mundo empresarial temblaba; y ahí estaba yo, atreviéndome a decirle que no.
Mientras pensaba esto, recordé que tenía una misión que cumplir.
La Casa Cisneros estaba muy cerc

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