Capítulo 31
Bajé la mirada: —Rodrigo me lo pidió, y yo también quiero que vuelvas.
—¿Por qué?
Apreté el dobladillo de mi ropa con ambas manos: —Rodrigo no está bien de salud, se le nota muy desmejorado. Eres su único hijo; creo que deberías regresar.
—Si aceptas seguir mis condiciones, quizá me lo piense. —Soltó Pablo sin dudar.
Lo miré, sorprendida.
Entre la neblina del humo, no lograba distinguir su expresión.
El que estaba enfermo era Rodrigo, pero Pablo aprovechaba aquello para ponerme condiciones. Me pareció un gesto infantil.
—¿Te niegas tanto a volver? —Arrojó la colilla fuera, con una voz suave.
Bajé la vista: —No es rechazo, es que nunca debí estar allí.
Me ardían los ojos; la voz se me quebraba, y preferí callar.
No quería mostrar mi debilidad delante de él.
Tras un silencio, Pablo inspiró hondo: —Te llevaré hasta la residencia.
—No. —Negué enseguida.
Frunció ligeramente el ceño.
La última vez que entró en la universidad para defenderme, se armó un escándalo que me convirtió en el centro

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