Capítulo 32
De pronto sentí que Diego era mucho más aterrador que Ramón.
El rostro de Daniela palideció: —Si no hay otra opción, llama a la policía. ¿Es un acosador? Esto es demasiado.
Lo pensé un momento y rechacé su propuesta: —Mejor no. Con los delitos que tiene, como mucho lo encerrarían medio mes.
—¿Y entonces qué hacemos? —Daniela estaba tan angustiada que casi lloraba.
Apreté los dientes: —Él está en las sombras y yo a la vista, así que solo puedo enfrentarme a esto de frente. En vez de esperar pasivamente a que me alcance, más vale tomar la iniciativa y buscar una salida.
A la mañana siguiente, el primer cliente que entró en la cafetería fue la persona que menos quería ver.
Diego traía un desayuno en la mano y una sonrisa en el rostro: —Patricia, lamento lo de ayer. Hoy vengo a pedirte disculpas.
Con el paño aún en la mano, ni levanté la cabeza: —Primero, llámame con respeto. Segundo, no acepto tus disculpas.
Diego, nervioso, dio un paso hacia mí: —Te lo digo en serio, solo me dejé engañar

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