Capítulo 33
—Sí que vino. —Dije mientras me quitaba el abrigo. Solo de recordar su expresión, me invadía una sensación de asco.
—¿Y qué te dijo? —Daniela dejó el tenedor en el plato y me miró expectante.
—Mira que es raro que dejes de comer. —Bromeé.
Ella, al oírme, volvió enseguida la cabeza, pero sin dejar de comer me observaba con impaciencia: —Venga, cuéntame, me vas a matar de la intriga.
Ya en pijama, respondí: —Quiere que lo perdone.
—¿Lo perdonaste? —Daniela me miró con los ojos muy abiertos, la voz subiéndole varios tonos.
Solté un suspiro resignado: —Claro que no, pero tampoco va a renunciar. Y como vamos a seguir viéndonos, al menos no voy a ir contra él abiertamente.
En ese momento sonó mi teléfono.
Al ver que era un número desconocido, fruncí el ceño, pero contesté.
—¿Hola?
—Soy yo. —Era la voz de Ramón. Mi primer impulso fue colgar.
Él, apresurado, me detuvo: —No cuelgues, tengo algo que decirte.
Al oír su voz, Daniela dejó de comer de inmediato. Se acercó a mí con gesto de alarma, c

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