Capítulo 81
Exclamé, sorprendida y feliz: —¡Qué casualidad tan grande!
Gabriel asintió, y en sus ojos brillaba un júbilo imposible de ocultar: —Todavía no sé cómo te llamas.
Respondí con naturalidad: —Me llamo Patricia. ¿Y cómo es que tienes tanta destreza?
La mirada de Gabriel se llenó de orgullo: —Fui campeón en un torneo de kárate.
Me quedé algo impresionada. Entonces recordé la primera vez que lo vi, cuando Isabel y José lo acosaban. Yo había pensado que era débil y fácil de intimidar.
Él, como si leyera mis pensamientos, bajó la mirada: —Ellos son gente de la familia. Si me hubiera defendido, a mi padre no le habría hecho gracia.
Suspiré. También era un chico digno de compasión.
—¿Patricia?
Se oyó la voz angustiada de Pablo desde fuera.
—¿Es él quien vino a buscarte? ¿El que te acompañó antes? —Preguntó Gabriel.
Asentí: —Sí, hoy me mudé aquí y fue mi hermano quien me trajo.
Gabriel sonrió con suavidad: —Entonces es tu hermano. Me quedo tranquilo. Como estás bien, me voy. Sal pronto, no dejes

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