Capítulo 82

Me sentía un poco incómoda, pero aun así asentí: —Esta vez no me hicieron un daño real. Si vuelve a ocurrir, encontraré la manera de sacarles la verdad y haré que paguen por ello. Cuando terminó de vendarme, Pablo me miró fijamente. Fruncí el ceño, confusa: —¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? No respondió. En lugar de eso, volvió a estrecharme contra su pecho. —Menos mal que estás bien. Si te hubiera pasado algo, jamás me lo perdonaría. Lo miré incrédula, casi aturdida. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué decía semejantes palabras? Si seguía así, iba a hacerme malinterpretar sus intenciones. Dudé un instante, armándome de valor para preguntarle directamente, pero justo cuando iba a hablar, él se levantó de golpe: —Ya que estás bien, me marcho. Me quedé desconcertada: —Entonces, hasta luego. Ya estaba en la puerta cuando se volvió para mirarme una vez más: —Recuerda la promesa que me hiciste. La puerta se cerró con un golpe seco. Yo seguía preguntándome qué promesa era esa. Grité: —¡Esp