Capítulo 13
Los días de gloria de Isabela terminaron pronto. En el círculo social ya solo hablaban de Héctor y Elisa. Cuando alguien la mencionaba, preguntaban: —¿Quién?
Junto a Elisa, otro nombre sonaba con frecuencia, Julieta.
Pero desde la aparición de Elisa, Julieta había desaparecido por completo. Ni una sola vez se la había visto junto a Héctor o Elisa.
Ese día, Julieta salió en su auto para encontrarse con un detective privado.
Apenas cruzó el portón, alguien se plantó en medio de la calle y le bloqueó el paso.
—¡Julieta! ¡Sal! ¡Me arruinaste! ¡Vas a pagar!
Gritó, lanzando insultos mientras arrojaba una piedra contra el parabrisas.
La mujer vestía con descuido, sucia, con el rostro deformado por los celos y el odio.
Era Isabela.
Julieta dio marcha atrás y cerró el portón eléctrico, dejándola afuera.
A través del parabrisas astillado, vio a la Isabela que antes se mostraba altiva y ambiciosa. Ahora, fragmentada entre el cristal, no quedaba más que una figura consumida por el rencor y el dese

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