Capítulo 18
Héctor tuvo que detenerse varias veces para recomponer sus emociones.
Acababa de descubrir que, en tantos momentos de vida o muerte, Julieta le había pedido ayuda sin recibir jamás respuesta.
Él conocía bien esa desesperación.
Por eso no podía imaginar lo que ella había soportado.
Siempre creyó que, como hija de familia acomodada, el peligro nunca la rozaba.
Leyó los mensajes desde la medianoche hasta el anochecer. Le ardían los ojos; el corazón, hecho cenizas.
Cuando terminó de leer el último, escribió una sola frase.
El aviso en rojo apareció de inmediato, aquel tardío pedido de perdón había sido rechazado. Ella lo había bloqueado, y él no supo cuándo.
Héctor se dejó caer en la cama y pasó otra noche en vela.
A la mañana siguiente, se duchó con esmero, se arregló y salió rumbo a una tienda de lujo para comprarle un obsequio a Julieta.
Ante la variedad de bolsos, zapatos y joyas...
No supo qué responder cuando la dependienta le preguntó qué prefería su esposa.
Al final, recordó los co

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