Capítulo 22
Héctor la miró con una frialdad que parecía diseccionarla, como si en su mente imaginara arrancarle la piel.
Pero, al final, solo dejó escapar un suspiro y murmuró, casi para sí: —¿Por qué? ¿Por qué nunca les basta? ¿Será que han recibido demasiado?
Isabela, aterrada, no se atrevió a contestar. El tono y la mirada de Héctor tenían un matiz de locura.
Sin esperar respuesta, él fue a ver a Elisa:
—¿Tienes algo que decirme?
Al igual que Isabela, Elisa enrojeció los ojos enseguida y rompió a llorar.
Era como si ambas siguieran el mismo guion.
Héctor sintió un profundo asco.
Quería borrar ese programa repetido.
Elisa lloró: —Te mentí, lo sé. Pero cuando estabas en el hospital te cuidé, y después nos cuidamos mutuamente. Eso fue real, ¿no?
—¿Y mi retribución no ha sido suficiente? —Respondió Héctor con calma.
Ya no tenía paciencia para esas lágrimas calcadas.
Se puso de pie y mandó liberar a las dos.
Ellas lo siguieron en silencio, con una mezcla de miedo y una leve chispa de alivio, casi de

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