Capítulo 622
El ruido repentino rompió el silencio de la noche, atrayendo la atención de Eleanor como si tiraran de una cuerda.
Ella giró la cabeza instintivamente.
Y se congeló.
Un perro trotaba hacia ella. Su paso era un poco torpe, enlentecido por la edad, pero cada pata aún golpeaba el suelo con movimientos nítidos y pausados. Su cuerpo compacto era tan encantador como siempre, aunque un tenue tono plateado ahora cubría su pelaje, antaño brillante.
¿Podría ser…?
Eleanor entrecerró los ojos y se quedó sin aliento por un instante. Entonces, lo reconoció.
Sí.
Era Pudding, el bulldog francés de Robert.
El recuerdo la golpeó como una ola repentina.
Robert nunca había sido sentimental, sobre todo con los animales. A Pudding nunca le habían permitido andar libremente por la casa, nunca lo habían mimado como a un niño. Un cuidador designado alimentaba, bañaba y paseaba al perro. Las interacciones de Robert eran escasas: momentos fugaces en los que su buen humor le permitía una caricia indulgente en la

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