Capítulo 636
Su presencia era innegable: dominaba el aire mismo.
Esa fragancia fresca y ligeramente gélida... Eleanor la reconocería en cualquier lugar. En cuanto la percibió, supo, sin necesidad de volverse, que él estaba allí.
Por un instante, se quedó paralizada. Su cuerpo permaneció inmóvil, pero su pulso se aceleró. En apariencia, se mantuvo serena: los labios apretados en una fina línea, la mirada baja, un silencio deliberado.
Robert se encontraba a poca distancia, con el dobladillo de su gabardina ligeramente levantado por la brisa que entraba por la ventana abierta. La luz del cielo doraba sus rasgos bien definidos, proyectando un tenue halo dorado alrededor de las líneas frías de su rostro.
Su mirada nunca vaciló: oscura, firme e imposiblemente profunda, como si llevara un océano entero detrás de sus ojos.
Eleanor fue la primera en romper el silencio.
Su voz era tranquila, pero un matiz de acero impregnaba sus palabras.
"¿Qué estás haciendo aquí?"
Sus ojos lo recorrieron de la cabeza a los

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