Capítulo 27

… —¡Achís! Quizá por haberse empapado bajo la lluvia por la tarde, esa noche Lucía se sentía con la cabeza pesada y el cuerpo entumecido. Mostraba síntomas clarísimos de resfriado. Al parecer, el doctor Ramón no la había alarmado en vano cuando dijo que su sistema inmunológico estaba completamente colapsado. Su cuerpo, en ese momento, era tan frágil que no podía soportar ni un soplo de viento ni una sola gota de lluvia. Lucía, para no preocupar a Sara, se quedó un buen rato escondida en el pasillo exterior, estornudando una y otra vez. Pero tampoco podía alejarse demasiado tiempo; fue a la farmacia, compró medicamentos, los tomó y regresó de inmediato a la habitación. A causa de la enfermedad, la cara de Sara prácticamente no tenía un rastro de color, y su cuerpo estaba alarmantemente delgado. Lucía sentía un dolor indescriptible en el corazón. Desde que tenía memoria, a su lado solo había estado su madre. Nunca había visto a su padre ni sabía quién era. Cuando era pequeña y no entendí