Capítulo 52
Lucía contuvo el aliento sin darse cuenta.
No había esperado que fuera tan fácil.
Quizá a Tomás ni siquiera le importaba si ella se quedaba o no.
Así era mejor.
¡Mucho mejor!
A partir de ahora, no se deberían nada y cada uno viviría feliz.
Norma, nerviosa, tras escuchar lo que dijo Tomás, se relajó un poco y la comisura de sus labios se elevó apenas.
La línea de la mandíbula de Tomás se tensó con fuerza, y en su mirada pareció agitarse una tempestad. —Todo según el contrato. Si hoy pagas la indemnización por romperlo, hoy mismo puedes largarte. ¡Nadie te retendrá!
Aquellas palabras dieron justo en el corazón de Lucía.
Ella había vuelto a sobrestimar a Tomás.
Era un empresario capitalista de pura cepa, ¿cómo iba a tener un ataque de bondad?
En un rincón donde nadie prestaba atención, los labios de Norma se apretaron sin que ella lo notara.
¿De verdad Tomás se negaba a dejar ir a Lucía solo por la indemnización?
…
Durante la tarde Lucía casi no hizo nada; se quedó inclinada en el computa

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