Capítulo 42
—¡Norma, habla! —Al verla guardar silencio, Federico dio una palmada sobre la mesa.
"¿Ahora ni siquiera quiere explicarse?"
Norma lo miró con una sonrisa sarcástica: —¿Qué quiere que diga el señor Federico?
—¿No es cierto que, en el corazón del señor Federico, ya me ha condenado solo por lo que dijo Marta?
¡Otra vez la mencionaba!
Federico se puso de pie y la miró fijamente a los ojos: —Norma, ¿cuántas veces tengo que repetirlo? Lo que hay entre nosotros no tiene nada que ver con los demás.
Marta era solo una compañera de trabajo, una empleada. Federico sentía que ya había sido suficientemente claro.
Pero Norma no le creía.
Norma se rio. Llevaba apenas unos minutos en la oficina y Federico ya había defendido a Marta dos veces.
Y aun así, su pecho le dolía, lo cual le parecía despreciable hasta para sí misma.
—Federico, ¿cómo es que no me di cuenta antes de lo hipócrita que eres?
—Con el tiempo todo se revela, y ahora veo que no eres nada del otro mundo.
Era esa mirada decepcionada otra

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