Capítulo 1110
Quizá la madre de María, tras todos estos años de esfuerzo por restaurar su imagen, ahora vivía bastante bien; pero, por muy bien que le estuviera yendo, jamás podría compararse con el poder y el estatus de la familia González.
Jorge sintió cierta frustración. —¿Ni siquiera me dejas intentarlo y ya das por hecho que no podremos sacarle nada?
Cuando Alicia estaba a punto de responder, Roberto le tomó la mano y le susurró al oído: —Ya que están tan seguros, déjalos intentarlo.
Ella sintió el calor que le transmitía la mano de Roberto y solo entonces logró calmarse un poco.
Alzó la cabeza y los miró. —De acuerdo, les doy una semana; si no consiguen averiguar nada, entonces me lo entregan.
Oscar, por su parte, se fijó en las manos entrelazadas de los dos y su expresión cambió notablemente. —¡Roberto, suéltale la mano! ¿Quién te dio permiso para estar toqueteándola?
De inmediato, todos captaron la situación.
Alicia, sin inmutarse, respondió: —Él no me está toqueteando.
Oscar apretó los labi

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