Capítulo 1666
Ella se acercó, tomó una botella de vino y se sirvió una copa. —Señor Ixar, haga salir a los que no tienen nada que ver; no conviene que haya extraños mirando.
—Muy bien, parece que la señorita Alicia ya lo pensó con claridad. Me gustan las personas que saben adaptarse a las circunstancias.
Ixar estaba sumamente complacido, miró a los presentes y ordenó: —¡Todos, fuera!
Por fin había llegado ese día.
Cuando todos se marcharon, Ixar levantó su copa de vino tinto. —Yo nunca he sido partidario de obligar a nadie. Señorita Alicia, desvístase usted misma.
En los ojos de Ixar se reflejaba desprecio; nunca hubo una mujer que él deseara y no pudiera obtener.
Después de tantos años de rodeos, ¿no sería aquel el momento de que ella se acostara obediente en su cama?
Alicia, con la copa en la mano, se acercó a él. —Si alguien tiene que desvestirse, eres tú. Te he soportado demasiado tiempo.
Ixar respondió con arrogancia: —Señorita Alicia, ¿sabe dónde está? En Piedraplata, el apellido Martínez es u

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