Capítulo 44
Su estado de ánimo no pudo evitar agitarse.
En su mundo, entre las veintiséis letras del alfabeto inglés, ¡la "L" era una existencia misteriosa e inviolable!
Pidió rápidamente agregarla como amiga y adjuntó su nombre real.
Luego esperó con paciencia.
Volvieron a charlar durante más de media hora antes de que David se levantara para llevar a Alonso a una comida de bienvenida.
Sin embargo, Alonso rechazó con cortesía. —David, ya hay un banquete organizado para el mediodía. Si no te importa, ¿por qué no vienes conmigo y nos reunimos todos?
David se quedó un instante perplejo, luego asintió. —De acuerdo, aprovecharé la oportunidad de acompañarle.
Quería ver quién se atrevía a "robarle" a alguien delante de él.
Veinte minutos después, llegaron al Hotel Solara, el emblema de Venturis, un hotel de siete estrellas que pertenecía a la familia Jiménez.
Un camarero los condujo a un salón privado de alto nivel.
Cuando el mozo empujó la puerta, una mezcla de aromas a comida y fragancias costosas ll

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