Capítulo 11
Desde que Rosa se fue, Patricia, con tal de ganarse el favor de padre e hijo, intentó por primera vez imitarla y se metió en la cocina.
Con un delantal puesto, revolvía torpemente unas costillas en la sartén.
—Vino de arroz, salsa de soya, vinagre... —Murmuraba mientras leía la receta en su celular, el sudor perlándole la frente.
Diego, sentado a la mesa con las piernas colgando, la miraba con desdén: —¡Patricia, mamá siempre le ponía papas!
—Ya casi está listo. —Forzó una sonrisa dulce, pero al girarse, su rostro mostraba impaciencia.
Y, como era de esperar, en ese mismo movimiento volcó una botella de condimento.
El líquido oscuro cayó dentro de la sartén y, en su apuro, Patricia agarró un frasco de polvo blanco y lo echó sin medir.
A la hora de comer, Diego frunció el ceño apenas probó un bocado.
—¡Sabe horrible! ¡No quiero comer! ¡Quiero la comida de mamá!
Hizo un berrinche, rodando por el suelo. Patricia, apretando los dientes, terminó tirando toda la comida a la basura.
Pero esa

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