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Capítulo 12

—¡Eh, miren ustedes! ¿No es esa la novia de hoy? ¿Qué hace vestida así en el salón del banquete? —¿No vieron que el nombre en la invitación cambió? ¡Ahora son Vanessa y Fidel! —¿Vanessa no es la hermana de Bianca? ¿Qué clase de broma es esta? ¿Cambiar a la novia de la hermana mayor por la menor? Bastaba con que uno empezara a murmurar para que cada vez más personas se sumaran al escándalo. Aún faltaba un poco para el inicio de la ceremonia. Bianca se irguió, sonrió con cortesía y asintió levemente hacia los presentes. —Usted debe de ser la señorita Bianca. El jefe Jacobo la espera en el backstage. Un camarero se acercó desde un rincón y le susurró eso al oído. Aunque Bianca no sabía para qué la buscaba Jacobo, ya no eran exactamente desconocidos. Y por si era algo importante, decidió seguirlo. Aunque tan pronto llegaron al backstage, el camarero desapareció sin dejar rastro. Bianca lo encontró sospechoso. Se suponía que él la buscaba, ¿y ahora jugaba a esconderse? —¿Jefe Jacobo? —La sala estaba completamente a oscuras. Bianca llamó, y al ver que nadie respondía, dio media vuelta para salir, pero chocó con alguien. —¡Ay! —Vanessa retrocedió un par de pasos y se apoyó en la pared con una expresión de dolor. Bianca de inmediato perdió la expresión amable. Observó su maquillaje impecable y su vestido tradicional. No sintió absolutamente nada. Estaba a punto de marcharse cuando Vanessa la detuvo. —Bianca, hoy es mi boda. ¿Ni una palabra de felicitación? Bianca soltó una carcajada helada: —¿Quieres que felicite la boda que me robaste? Vanessa, ¿y esa cara dura de dónde la sacaste? —Comparado contigo, yo no soy tan atrevida. Al menos no intenté seducir al jefe Jacobo. En cuanto terminó de hablar, vio que Bianca comenzaba a calentar las muñecas. —¿Te dejé estupida la última vez? ¿Necesitas que te reajuste esa cabeza vacía que tienes solo para crecer piojos? Cuando Fidel le dijo aquellas cosas, Bianca ya sabía que era otro chisme salido de la boca de Vanessa. —¿Acaso estoy mintiendo? Ese día los vi comiendo juntos, muy cariñosos. ¿Te da miedo admitirlo? Así que por eso estaba tan segura. —Perdón, pero yo no soy como tú. Comer con alguien no significa que me acueste con él. Bianca ya estaba por irse, pero no pudo resistirse a lanzar el último golpe. —¿Y si lo seduje, y qué? Yo soltera, él soltero. ¿Algún problema con eso? —Al menos no soy como tú, que termina como la amante y encima la atrapan. En vez de preocuparte tanto por mi vida, deberías pensar en cómo va a terminar tu boda. Dejó atrás una sonrisa significativa y se marchó del backstage. Vanessa se quedó mirando su espalda, frustrada por haberse precipitado y perdido la ventaja. Ya de vuelta en el salón, Bianca inhaló profundamente. Por un momento pensó que había sido demasiado indulgente. Con la música de celebración sonando, Fidel entró al salón con un ramo hecho de oro puro en las manos. En su momento, Bianca pensó que cualquiera se lo podría robar, pero Fidel, con su típica arrogancia, la llamó tacaña. Los presentes eran todos de alta sociedad. ¿Quién se fijaría en un poco de oro? Luego entró Vanessa, con velo y del brazo de Humberto, caminando hasta donde estaba Fidel. Todo parecía seguir su curso normal, hasta que, después del discurso del maestro de ceremonias, Vanessa levantó el velo. —Sé que están sorprendidos de que no sea Bianca quien está aquí. Sé que lo que hice estuvo mal, pero no quiero que me malinterpreten. Desde su asiento, Bianca arqueó la ceja, igual que Jacobo. Ambos sin comprender nada. Entonces se escuchó un audio: un supuesto diálogo entre ellas. —Bianca, yo no hice nada. ¿Por qué me haces esto? —Sí, fui yo quien sedujo primero a Jacobo. Por eso ya no quiero a Fidel. La tecnología actual era realmente convincente. La edición estaba tan bien hecha que no parecía falsa. Bianca jamás había dicho eso, por supuesto no iba a admitirlo. Sin darse cuenta, los reflectores se enfocaron en ella. En cuestión de segundos, se convirtió en el blanco de todos. —Bianca, lo siento. Sé que esto te duele, pero no puedo cargar con esta mala fama. Amo sinceramente a Fidel, y no puedo seguir escondiéndolo. Su tono provocó lágrimas en varios. Vanessa sabía muy bien cómo construir su personaje para ganarse la compasión. Ella tenía el micrófono, así que podía decir lo que quisiera. Jacobo corrió a la consola de control y ordenó desviar el foco de Bianca. —¡Bianca, di algo! Si cometiste un error, deberías disculparte. ¡Vanessa ya ha hecho suficiente por ti! —No me sorprende que la familia Reyes no la quiera. Si yo fuera ellos, tampoco soportaría a una chica tan malintencionada. —Qué maliciosa. No quería casarse y le dejó el lugar a su hermana. ¡Nunca había visto algo así! Vinieron entonces una lluvia de insultos. Bianca había vivido demasiadas escenas como esta para conmoverse. Siempre era la misma historia: Vanessa la hundía y ella terminaba sola ante todos. Justo cuando la indignación alcanzaba su punto máximo, la pantalla detrás de Vanessa comenzó a proyectar un video. —Solo tienes que ponerte el velo en lugar de Bianca y casarte con los Cordero. Cuando todo ya haya pasado y no tenga vuelta atrás... Las voces, los suspiros... Eran inconfundibles. Ni hacía falta mirar para saber quiénes eran. —¡Pero qué vergüenza! Don Marcelo, desde su lugar, golpeó el suelo con su bastón. Estaba iracundo y casi al borde de un colapso. —¡Rápido! ¡Llévenlo por favor con el médico! Fidel corrió a la consola para detener el video, pero no lo consiguió. Vanessa intentó cubrir la pantalla, pero al ser una proyección, no servía de nada si no se apagaba el equipo. El público estalló en murmullos. La verdad estaba allí, a la vista de todos. Finalmente, Fidel desconectó todos los cables, y el video se detuvo. Vanessa, de pie en el escenario, se encontró con las miradas ardientes del público. Su mente quedó en blanco. —Ese video está editado. ¡Bianca, no sabía que podías ser tan vil! No me importa que me odies, ¡pero que ensucies la reputación de tu propia hermana! Fidel volvió a girar la atención en su contra. Aunque Bianca no había puesto el video, todos esperaban que ella cargara con la culpa. Vanessa, al escucharlo, recuperó la lucidez. Ya que todo había estallado, no pensaba permitir que Bianca saliera ilesa. Bajó furiosa del escenario y corrió directamente hacia ella. —¡Yo no puse ese video!

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