Capítulo 24
—Por fin llegaron, todavía falta un rato para que empiece la celebración. Les aparté un lugar en la primera fila.
Ezequiel ya llevaba rato esperándolas y, muy atento, les ayudó con las bolsas y les ofreció agua.
Muchos compañeros alrededor los señalaban y comentaban, pero en los ojos de Ezequiel solo existía Sandra.
Bianca le sonrió con resignación: —Ustedes siéntense primero, voy a saludar a una de mis antiguas profesoras.
Luego, Bianca tomó la caja de regalo y se dirigió hacia el edificio de laboratorios. A esa hora, la profesora Aída probablemente no estaría dando clase.
Solo no sabía si su oficina seguía en el mismo lugar que antes.
Apenas entró al edificio, una sensación familiar la envolvió. Había pasado allí tres años de su vida.
Caminó por el pasillo y se dirigió directamente al fondo. La última sala era la oficina de la profesora Aída.
Antes de que pudiera acercarse, un chico con un balón de baloncesto en la mano corría sin mirar al frente, completamente distraído.
Si Bianca n

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