Capítulo 28
Bianca no alcanzó a terminar la frase cuando Aída la interrumpió: —Hace años que no vienes, mi oficina ya no está en el mismo lugar. La que usaba antes ahora, si no me equivoco, la tiene otro profesor. No te preocupes, si de verdad hubiera pasado algo, seguro que ya me habría enterado.
—Además, tú misma le hiciste una atención rápida a su herida, seguro que no fue nada grave.
En aquellos años, de toda la generación de Bianca, la persona en quien más confiaba Aída era justamente ella.
De lo contrario, no le habría permitido realizar experimentos sola desde segundo año, ni eximirla de asistir a clase al día siguiente.
Las dos charlaron un rato más antes de colgar.
Lástima que la mascada que había comprado no pudo ser entregada. Bianca suspiró.
Acostada en la cama, dio vueltas sin poder dormir. Al día siguiente la esperaba algo aún más importante, así que se obligó a cerrar los ojos.
No supo en qué momento se quedó dormida. Cuando despertó, ya había amanecido por completo.
Ese día era la

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